Sexualidad e inclusión de personas con discapacidad

8 PRÓLOGO C ada día nos parece más habitual hablar de sexualidad, sobre todo cuando entendemos que la sexualidad es algo propio del ser humano, que nos permite conocernos, diferenciarnos del otro, reconocernos en nuestra diversidad y reconocer al otro. Esta diversidad hace a la sexualidad una temática difícil de abordar, sobre todo porque en la sociedad y la cultura en que estamos inmersos todavía es un tema tabú para muchos sectores, más aún cuando hablamos de personas con discapacidad, a quienes muchas veces se les sigue mirando con mitos y prejuicios que son difíciles de revocar, resultando un debate complejo de instalar a nivel social. Los mitos nos llevan a silenciar, invisibilizar la diversidad y darle poca relevancia a la educación sexual. Sin embargo, ésta es la mejor herramienta para prevenir, apoyar y generar un cambio cultural, que nos permitan reducir barreras y prejuicios frente a la sexualidad de una persona con discapacidad. De lo contrario, la sexualidad se evita y reprime, limitando el pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos inherentes a todas las personas. Si bien, hemos avanzado en leyes y políticas públicas en discapacidad, salud, trabajo y bienestar, entre otras áreas, la sexualidad no ha tenido la misma evolución, quedando como un tema relegado al ámbito privado, pese a que lo vivimos desde nuestro nacimiento y es transversal a todas las personas. Deberíamos considerar la sexualidad como un tema de debate público, ya que se vincula con el disfrute del bienestar físico, emocional, mental y social. Es por esto que como Servicio relevamos la necesidad de avanzar en favorecer que la población viva sus relaciones afectivas y sexuales de un modo positivo, responsable y no discriminatorio, por lo cual impulsamos

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