Extensión con sentido país: innovando en las prácticas de extensión, vinculación con el medio y comunicaciones en la Universidad de Chile 2016-2018

367 ción a problematizar y prevenir la violencia ejercida hacia adultos mayores. Un tercero, desarrollado en la Villa San Guillermo de Bajos de Mena, trabajó la participación de los adultos mayores; mientras que un cuarto realizó diferentes actividades en torno a la calidad de vida de estas personas. Finalmente, el último proyecto buscó capacitar y cohesionar a dirigentes sociales del sector cinco de Puente Alto. Es importante señalar que, aunque fueron las promotoras y sus comunidades las que desarrollaron los proyectos durante todo el proceso, estuvieron siempre acompañadas por facilitadores de la fundación. Estos realizaron un seguimiento a lo menos semanal, ayudando a solucionar dudas y facilitando la gestión de materiales para la realización de actividades. Asimismo, se estableció una reunión mensual en la que participaban las 10 promotoras, el equipo docente de la Universidad y las facilitadoras de la fundación. En estos encuentros las promotoras exponían sus avances de los proyectos y compartían problemas y soluciones, recibiendo retroalimentación de los asistentes. Cuantitativamente, los objetivos se cumplieron con creces. Primero, se planificó capa- citar a veinte personas de la comunidad y finalmente se llegó a veintisiete, o sea un 35% más. Segundo, de las treinta personas que iniciaron la capacitación solo el 10% no finalizó, número bajo considerando que se trataba de una actividad gratuita y voluntaria que implicaba asistir a diez sesiones, incluyendo cinco sábados. Tercero, se esperaba que tras la capacitación se formaran cinco grupos de promotoras. Sin embargo, llegaron a formarse nueve grupos, lo que equivale a un 180% lo planificado. Finalmente, aunque se había planteado que 150 personas participaran en los proyectos ejecutados por las promotoras, la cifra llegó a 380 participantes, equivalente al 253% del plan inicial. Sin embargo, la riqueza de esta experiencia no está en sus números sino en que efectiva- mente impactó la calidad de vida y, por lo tanto, la salud de las personas que se capacita- ron y de sus comunidades más inmediatas. Sería imposible evaluar en este espacio el re- sultado de cada proyecto participativo ejecutado por las promotoras de salud y calidad de vida, es por esto que nos enfocaremos en un ejemplo en particular. Se trata de la experiencia desarrollada por las promotoras Jessica Carvacho Santibáñez e Isolina Acevedo Jara en la Villa San Miguel. Esta Villa colinda con el cerro Las Cabras, espacio que históricamente ha sido utilizado como basural y lugar de acopio informal del sector, en distintos puntos de la calle Camino el Rodeo. Jessica e Isolina pertenecían a un comité de adelanto, y no tenían experiencia de dirigencia en juntas de vecinos. Sin embargo, lograron reunir a las dirigencias de las seis juntas de vecinos que conforman la Villa San Miguel para reflexionar sobre los problemas que les aquejaban. El asunto de los microbasurales se mostró como transversal a todos. Las promotoras, al no pertenecer a ninguna directiva de junta de vecinos, lograron esta- blecer un diálogo horizontal entre distintos dirigentes sociales que tradicionalmente no habían realizado acciones concertadas. Se planificó participativamente la ejecución de dos intervenciones colectivas de limpieza de entorno y eliminación de microbasurales, además de acciones de educación a la comunidad como entrega de volantes en ferias y otros espacios. Las promotoras y el grupo con que trabajaron gestionaron apoyos mu- nicipales para el retiro de la basura, pero además convocaron a la comunidad para el trabajo de limpieza del espacio público. Recurrieron a grupos de animación cultural (canto, baile) que amenizaron y aumentaron la convocatoria de las intervenciones.

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