Principios de Derecho Internacional

DI DIIUl:080 llU'E.llNAGIONAL. miras especiales y r ecip1·ocas, que solo liga á los contratantes, y cuyos principios no habian sido confirmados enel último tra, lado de paz entre las mismas potencias, debiese considerarse como un acto declaratorio del Derecho de gentes. La caida de Napoleon puso fin á esta contienda, y á una guerra maritima q_ue ha sido de las mas vejatorias y desastrosas para el comer– cio neutral, 8. Otra obligacion impuesta á los neutrales es el abstenerse durante la guerra de aquellos ramos de comercio que las po– tencias beligerantes no acostumbraban conceder á los extran– jeros en tiempo de paz, como suelen ser el de cabotaje en sus costas y el de sus colonias. t. Ha sido de largo tiempo atras la práctica de las naciones reservar para sus propios crndadanos todo el comercio que se hace entre «liferentes partes de sus costas, y solo las insupe– rables dificultades de la guerra han podido desviarlas acci– dentalmente de esta polltica. El neutral, pues, cuando se em– plea en este comercio, se nos presenta con el carácter, no de un neutral propiamentedicho, sino de un aliado del enemigo : hácese entónces un instrumento voluntario del uno de los be– ligerantes, librándole de los embarazos y dificultades á que el otro le tenia reducido. « ¿No es desviars11 de los rlgidos de– beres que impone la neutralidad, decía Sir W . Scott, entro– meterseáampararálaparte que sufre, haciendoel comercio que era exciu.sivamente propio de ella, y cuya extincion entraba en el plan de la guerra, como medio n ecesario de ohtener una paz honrosa? ¿No es esto interponerse de un modo nue– vo, desconocido, prohibido !>Gr el enemigo en el estado ordi– nario, para frustrar los designios del vencedor, hacer inútil la superioridad de sus armas, y levanta¡, el apremio con que estrecha á su adversario y le obliga á. que reconozca su injus– ticia y la repare? Porque suponiendo que el comercio de ea– botaje n o esté abie.rto de ordinario á los extranjeros, ¿qué asistencia mas eficaz puede prestarse á una nacion, que hacer este comercio en lugar de ella, cuando ella no lo puede hacer por si misma? El comercio de cabotaje trasporta las produc– ciones de un gran reino, de los distritos en que se crian y ela– boran á los distritos en que se necesitan para el consumo; y aunque es verdad que no introduce nada de afuera, produce los mismos efectos. Supongamos que la marina francesa tuviese una preponderancia decidida sobre la nuestra, y hubiese cor– tado toda coxnunicacion entre la parte setentrional y la parte

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