Principios de Derecho Internacional

DE DERECHO lN'l'ERNACIONAL, t63 un enemjgo que no es posible detener de otra suerte. El mo– dio es duro, pero ¿ por qué no ha de emplearse contra el ene– migo, plll'tl atajar sus progr esos, cuando con este mismo objeto se toma á veces el partido de a~olar el territorio propio (i)? 6. Se debe en todo caso respetar los templos, los palacios, los sepulcros, los monumentos nacionales, los archivos ; en suma, tooos los edificios públicos de utilidad y adorno, t.odos aque– llos objetos de que no se puede privar al enemigo, sino des– truyéndolos, y cuya destruccion en nada contribuye al logro del fm legitimo de la guerra. Lo mismo decimos de las casas, fábricas y talleres de los particulares. Se arrasan, pues, los castillos, muros y fortificaciones, pero no se hace injuria á los edificios de otra especie, ántes bien se toman providencias para protegerlos contra la furia y la licencia del soldado. No es permitido destruirlos 6 exponerlos al estrago de la artille– ría, sino cuando es inevitable para alguna operucionmilitar (2). En el bombardeo de una ciudad es difícil n o hacer mucho dallo á los edificios púl>licos y á las casas de los particulares. De aquí e¡¡ que no.se deLe proceder ·á semejante extremidad, sino cuan<lo es imposible reducir de otro modo una plaza im– portante, cuya ocupacion puede influir en el suceso de la guerra. 7. Se uan saHaguardias á las tierras y casas que el invasor (1) « Én el sitio de las p19.zas es permitido quemar los subutbios. Lo es iguálmente titat k los parajes en que estalla un incendio, para que, propagkndose el eslrogo, apresure fa reodicioQ. Pero no d11ben dirigirse los tiros á los r,ampanarios, salvo que la guamieion se valsa de ellos para hacer señales 6 plll'a otros actos de hostilidad. En laa ciudades si– tiadas se debe tener cuidado de parar los relojes de las torres; si no 1 al tiempo de la rendícion pertenecen al vencedor : bien que es costumore rescatarlos. 11 (Schmalz, Vl, 4-) • (t) En el siglo puado se miraba todavla como una barbarie despojar loa palacios del enemigo, tomando los muebles estaluas cuadros, tro– ceos militares, bibliotecas y otros efectos precfosoe. FeJerico 11, en la guerra de .los siele años, se creyó obligado á justificarse de haberse apropiado cillrtos cuadros de la g.ilerla de'Dresde. Recientemente se ha leoido en eso méuos escrúpulo. Los franceses pusieron á. cootribucion las colecciones de los palses que invadieron, co.n. la mira de bacer á. su patria centro de las ciencias y de las arle.11 1 reuniendo en ella todas laa preciosidades que la victoria ponia á. su alcance. La necesidad en <i,Ue despues se vieron de reslítuir la mayor párte de esta presa, contrib~ rá tal vez á. restablecer la tuaanza antigua de no tocar esta clase de olije• to, . (Schmalz, VI, S.)

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