Principios de Derecho Internacional
l'BrKCIPIO!I nero, sino en cuanto el apresador ·se apodera actualmente de ella . Pero en el dia se mira como una areion villana despojar al prisionero de lo que trae oonsigo; á lo ménos un oficial se deshonraría si le quitase la menor cosa. Los soldados fran– ceses que en la batalla de Rocoux. apresaron 11- un general in– glés, solo creyeron tener de1-echo para tomar sus armas (i). Es necesario proveer al mantenimiento de los prisiontiros, pero no es obligatorio suministrarles objetos de lujo ó de pura oomodidad. Lo que se gasta en ellos es por cuenta del sobe-– -rano enemigo; y á la paz, y aun durante la guerra, suelen los beligerantes saldar entre si estos gastos. Mas la demora en pagar un saldo no seria, despues de hecha la paz, motivo sufi– ciente para detener á los prisioneros, pues estos no son res– ponsables de las deudas de i¡u soberano. 6. Hay entre los sobe.ranos de Europa, y aun entre los gene– ral.es, una especie de convencion ~ita de respetarse mutua– mente en la guerra. El sitiador suele enviar algunas veces provisiones frescas al jefe sitiado, y es costumbre no hacer fue– go hácia la parte donde está el rey ó general enemigo. Pero esta especie de l'Ortesia caballeresca no es obligatoria, y nada tendría de razonable con un usurpador ó un tirano que por contentar su ambicion asuela y extermina los pueblos. 7. Se trata a.hora de examin¡¡.r si 11e puede emplear toda espe– cie de medios para quitar la vida á un enenugo. ¿ Es legítimo el asesinato en la guerra? Primeramente de– bemos fijar la sign.ificacíon de esta palabra, distinguiendo el asesínato de las celadas y sorpresas que -el estado de guerra hace licitas. lntroducirse 1 por ~jemplo, en el ~ mpo enemigo por la noche, penetrar a la tienda del prlnc1pe 6 general y matarle, no es rriminal en una guerra legitima. El ejecutor de 1m hecho semejante tiene necesidad, para llevarlo á cabo, de mucho valor y presencia de ánimo, y se expone á ser tra– tado con la mayor severidad por el enemigo, en quien es li– cito escarmentar con rigurosas penas á los atrevidos que em– plean tan peligrosos medios. Pero es mucho mejor no hacer uso de ninguna especie de hostilidad que ponga al enemigo (t) Vattel, m, ch. t7, § H5.
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