Principios de Derecho Internacional

{38 PIUlfilPIOS últimamenm, cuando una potencia da á conocer sus miras ambiciosas, atacahdo la independencia de otra, ó llevando sus demandas mas allá de lo que es justo y razonable, es licito á las demas, aun en el Derecho interno, despues de tentar los medios paclficos interponiendo sus buenos oficios, favorecerá la nacion oprimida. Cuando un vecino en medio de una paz profunda construye fortalezas sobre nuestra frontera, equipa escuadras, junta numerosos ejércitos, provee sus almacenes, en una palabra, hace preparativos de guerra, tenemos derecho para solicitar qué se explique y nos dé á conocer la causa de ellos, y aun para pedirle seguridades, si se nos ha hecho sospechosa su buena fe. La negativa seria suficiente indicio de malos de– signios. No se debe mirar como justo motivo de guerra la conducta viciosa ó criminal de una nacion, siempre que no viole ó pon– ga en peligro los derechos perfectos de otra. Nada produciria mayores inconvenientes que la facultad que algunas potencias se han arrogado de castigar á un pueblo independiente, eri– giéndose de su propia autoridad en vengadoras de la caúsa de Dfos y de las buenas costumbres. Toca principalmente á la nacion ofendida la vindicacion de sus derech os. Aunque la guerra no puede ser por ambas par– tes justa, es muy posible que ambas estén de buena fe. Y t'Omo un Estado no puede erigirse eu juez de los otros, debe considerar las armas de los dos beligerantes como igualmente justas, á lo ménos por lo tocante á los efectos externos, y hasta que la coutroversia se decida. Tal es la regla general, que se deriva de la independencia de las naciones. Pero esa misma independencia da á un tel'cero el"derecllo de bncel' causa comun con aquel beligerante qne le parece tener de su parte la justicia, asi como da á cualquiera de las otras naciones el derecho <le declararse centra esta intervencion, y l'esistirla con las armas, si la considera inicua. El soberano que emprende una guerra injusta comete el mas grave, el mas atroz de los crimenes, y se hace respon– sable de todos los males y horrores coneiguientes : la saugre derramada, la dosolacíon de las familias, las r~piilas, violen– cias, devastaciones, incendios, son obra suya. El es reo para con la nacion enemiga, cuyos ciudadanos ataca, oprime y mata desapiadadamente : reo pa-ra con su prOJ>ÍO pueblo, ar– rastrándole ú _la injusticia, y expouiéudole filll necesidad á todo géne1·0 de _peligros : reo en fin para con el género hu– mano, cuyo reposo turba, y á quien da un ejemplo tan per– nicioso. Él está obligado á la reparacion de todos estos dados;

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=