El discurso público de Pinochet : un análisis semiológico

del devenir histórico. No es la realidad del subdesarrollo. de la pobreza, de la desigualdad o de la dominación la que los define. Al contrario, todo ello no es otra cosa que una experiencia inauténtica y degradada con la que el ser nacional no se puede identificar ni tiene por qué incor– porar. La chilenidad es más bien una esencia inmutable y perenne. Lo que determina el ser de los chilenos es su pertenencia a un orden trascendental que es la Patria. Ella inscribe en el alma de sus hijos, por sí y ante si como una segunda naturaleza, unos valores morales que emanan del acto mismo de su fundación "al principio de los tiem– pos". El destino de los chilenos no puede ser otro, enton– ces, que el perpetuar eternamente ese orden y los valores que lo llenan de sentido. En consecuencia, ninguna acción transformadora puede atentar contra la pureza y verdad de ese orden trascen– dente. Cualquier cambio en un sentido diferente cons– tituye, como la locura o el pecado, una transgresión, unn perversión. Ninguna transforma~ión puede ser mejor o siquiera posible donde ya todo está puesto en su verdadero' lugar. Este es, precisamente, el sentido del 11 de septiembre de 1973. Volver las cosas a su verdadero lugar, reordenar, de un vez y para siempre. Producir el Gran Cambio para que nada vuelva a cambiar. En esta concepción, todos los chilenos se igualan en su adhesión a los valores propios de la Patria, valores que a ninguno en particular pertenecen. Ningún chileno es diferente ante la Patria. de .la misma manera que en el cristianismo, ningún católico es distinto a otro frente a Dios. Tampoco cabe aquí la existencia de intereses parti– culares o contrapuestos, en cuanto todos y cada uno de los chilenos. perpetúan y actualizan el orden en las distin– tas esferas de su actividad. El trabajador debe trabajar; el 84

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