El gesto pedagógico: reflexiones y orientaciones en torno al núcleo de aprendizaje Corporalidad y Movimiento de las Bases Curriculares de Educación Parvularia

Asimismo, el proceso educativo se enfoca en dos dimensiones: visual (por ejemplo docentes explicando con diversos soportes tales como pizarra, vi- deos, entre otros) y auditivo (tales como prestar atención a las explicaciones que el docente realiza), pero mediante el núcleo de aprendizaje “Corpora- lidad y Movimiento” en las bases curriculares para la educación parvularia se incorpora esta tercera vía -la corporal- otorgando una oportunidad que da relevancia al cuerpo-corporalidad-corporeidad que ha sido tan olvidado en el proceso escolar. Es distinto abordar el espacio desde lo visual (en un texto escolar o pizarra) o desde lo que significa conceptualmente, a vivir y sentir el espacio, explorarlo, experimentarlo corporalmente. “Una renova- da atención al cuerpo posibilita comprender que es a partir de él que somos y vivimos, progresamos y nos desarrollamos (…) toda experiencia, incluso la más cotidiana, es posibilitada por un cuerpo que percibe gracias al trabajo conjunto de sus sentidos” (Carrasco & Lorca, 2015, p.73-74) Por tanto, incorporar y planificar experiencias corporales significativas para la educación parvularia, instancia tan importante dentro de la construcción del yo y la relación que el niño y la niña establece con el mundo, supone que el vínculo que sucede en y con el movimiento no sea necesariamente desde patrones preestablecidos (Pich, Pithan da Silva & Fensterseifer, en Galak & Gambarotta, 2015), sino desde la experiencia vivida, la exploración corporal y del juego, considerando la relación con el contexto social y cultu- ral. En esta misma línea, es fundamental que se fomente no solo el yo sino también el nosotros, bajo la perspectiva que colectivamente construimos el conocimiento, mediante esta vivencia corporal consciente e intencionada, donde las emociones y sentimientos también son parte de este proceso, y que entonces el niño/niña pueda estar en relación con si mismo, con los otros, y que experimente corporalmente el mundo, rescatando además la dimensión social en un espacio/lugar que interactúa con otros. Tuan (2014) conceptualiza el lugar como “un espacio humanizado, en el que convergen las características físicas de un área particular, las relaciones interperso- nales que allí se desarrollan y las huellas simbólicas que dichas relaciones materializan” (citado en Flores & Marini, 2019, p.249). Entonces, “pedagó- gicamente, el lugar expresa esta condición primordial de toda educación asociada al encuentro con otros iguales, en un mismo recorrido de pen- samientos, miradas, emociones y obras en común. Dicho de otro modo, el lugar nos permite recuperar un sentido de ´nosotros´ encarnado, con rostro humano y proyección comunitaria” (Flores, Marini, 2019, p.252). 54

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