El gesto pedagógico: reflexiones y orientaciones en torno al núcleo de aprendizaje Corporalidad y Movimiento de las Bases Curriculares de Educación Parvularia

¿Porqué? La Intención La intención en este contexto sería preguntarme como educador/a porqué hago lo que hago. Cuáles son mis motivaciones. Qué me “mueve” a trabajar con la infancia y si el sentido que tiene para mí la pedagogía ha cambiado, o se ha vuelto parte de una rutina. Cuando sintonizamos con nuestra intención pedagógica de manera consciente, el currículum se convierte en un pretexto para potenciar la libre expresión, la libertad, el despliegue del niño/a con todo su potencial. No es entonces el currículum el que me coloniza, sino que es mi intención la que le da vida y va a nutrir las acciones que voy a realizar. A menudo nos mecanizamos en nuestra labor mediadora. Descuidamos la personalización de los aprendizajes, la diferenciación, la atención a la diversidad y el vínculo. El apego seguro que el niño/a pueda desarrollar en el aula es fundamental para su desarrollo y para que pueda vivenciar un aprendizaje significativo. La intención interroga el apego que tenemos al niño/a y cuánto nos importa su bienestar, lo que ocurre con él cuando no está en la escuela, cómo él/ella aparece realmente por encima de lo que “logra” o “alcanza”. Según nuestra intención nos comprometemos como educadores/as, es la intención la que dispara las estrategias que se llevan a la práctica. Es el gran motor de la transmisión. ¿Cómo? La Atención: Desde la corporalidad, la atención en el aula debiera en primer lugar fundarse en la intención, la cual ya mencionamos y a su vez focalizarse en la observación del cuerpo del niño/a y su motricidad. El niño/a habita un cuerpo que percibe, resuena, comunica y se expresa a partir de sus circunstancias. Con los sentidos podemos leer la presencia del niño/a. El sentido de la vista es fundamental en nuestra percepción de cómo se encuentra. Es importante ubicarse a su escala dimensional; horizontalizar la mirada. Un interesante ejemplo son las escuelas Waldorf, fundadas por Rudolf Steiner, donde uno de los principios de los/las maestras es tomarse el tiempo para “ver” cómo llega cada niño al espacio educativo. Esto se lleva a cabo deteniéndose a mirar a los ojos del otro conscientemente, en una pausa intencionada en la cual se pone atención a cada niño cuando entra a la sala de clases, a través de un contacto visual con sentido. Esto debiera replicarse en cada espacio educativo. A través de la escucha y la sincronización de los sentidos del adulto con los del niño/a, éste es concebido como un par, en términos de lo que tiene que decir, que aportar 44

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