El gesto pedagógico: reflexiones y orientaciones en torno al núcleo de aprendizaje Corporalidad y Movimiento de las Bases Curriculares de Educación Parvularia
pensando en cómo la niña iba a entender la pérdida de un ser humano que- rido, y la muerte) y fue cuando ella me dio la señal: justo en la actividad de la grabación de los sonidos de las gaviotas y el mar, le puso atención y se conec- tó con eso, como ninja me acerque para subirle el volumen, eso producía la sensación que las gaviotas se acercaban, y si bajaba el volumen se alejaban, sin decir nada empecé a imitar el sonido, los compañeritos me imitaron y ella también (me sentía más aliviado), nos detuvimos un tiempo en esta acción, empujamos más ese ejercicio, nosotros hacíamos que la gaviotas entrasen en la sala por sobre nuestro cielo, con mi mano señalaba la trayectoria que la gaviota hacía, imaginamos que aterrizaba en nuestra playa, compartíamos un rato con ella dándole de comer y jugando con la pelota de playa (que no funcionó, tanto así que la descarté en segundos), revivimos todas las activi- dades realizadas pero actuando como gaviotas. Estábamos cercanos a la hora de cierre de la actividad, en ese momento en el juego de improvisación sabía que ya debía buscar un final y debía ser uno poético, imaginamos el atardecer bajando todos los sonidos, quedándonos solo con el mar, a través de señales y gestos fui indicando a los estudiantes que se durmieran lentamente en la playa, el número de gaviotas comenzó a disminuir hasta quedar solo con el sonido de ella. Más tranquilo y cansado, con un gesto de pantomima tome el sonido de gaviota de su boca para ponerlo en sus manos, mis manos conte- niendo las suyas, nos conectamos con la mirada y juntos lanzamos suavemen- te a la gaviota a volar. Tomé el sonido de la gaviota y realicé el gesto de que viajaba hacia el horizonte en un desvanecimiento del volumen del sonido, uno al lado del otro la despedimos, le pedí que cerrara los ojos dejándola descansar en la playa igual que sus compañeros, unos minutos más. Describir el momento exacto delirante de transponer un suceso de nuestra vida cotidiana en un juego dispuesto al aprendizaje. Cuando miro a un/a ni- ño/a encuentro un propósito de contribuir con este ser humano en creci- miento, entendiendo su entorno intrínsecamente. El viaje no está exento del miedo que nos provoca, el cual puede ser limitante, por lo mismo el/la educador/a tiene que estar en un constante viaje vencien- do sus miedos día a día, salir del campo de certeza y las zonas de confort a un campo de posibilidades para reafirmar el conocimiento en sí a través de la experiencia, como lo expresa Freire (2010) el que más aprende es el que enseña, y como educadores podemos convertir en un placer el descubrir la vida todo los días; salir de lo bisensorial (escuchar y ver) y abrir para todos los sentidos en un turismo pedagógico. La propiocepción entonces sería esta idea de estar consciente de mí mis- mo y mi propia pedagogía. La pedagogía es un estado de conciencia per- manente, navegando con la intuición en alerta en cómo nace una idea, 22
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