Asi trabajo yo - tomo IV
arregla a lo hombre: a puñete limpio, sin cuchillas, sin palos. Y al otro- día, no hay pica, no hav odio, no hay rencores y todos se– guimos trabajando igual, como si no hubiera pasado nada. Y eso porque cómo sería entonces la pega si uno tiene que hacerie cacha– ñas al mar v más encima tiene que· andar mirándole la cara al ve– cmo. "A veces, cuando tenemos tiempo, · le hacimos sus partidas de futbol. En la canchita al lado del mar, cuidando de no patear muy fuerte para que la pelota no se vaya al agua, matamos el tiem– po: el perdedor tiene que correr con el mastique y lo que se va· a tomar. Otros le hacimos a la rayuela, porque algunos no nos podi– mos ni las patas con el reuma, o nos despicamos al naipe. "Y estamos jugando en lo mejor, cuando no falta el chiquillo que llegue corriendo: "¡Que apareció pelillo, que apareció pelillo!" Se termina ahí mismo la fiesta y cada cual apreta a correr para ver quién saca más. Entumido o no, uno se mete al agua y empie– za: saca que te saca, arruma que te arruma pelillo, hasta que se acaba. Entonces hav que volverse y esperarlo de nuevo, hasta que otro chiquillo vava y diga: "¡Que apareció pelillo, que apareció pe– lillo!·· 94
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=