Asi trabajo yo - tomo IV

che!, donde son bien recibidos, porque son buenos clientes y que le ·dejan toda la plata. Se están sus dos o tres días, eso depende del bolsillo, y para regresar tienen que pedirles poco menos que por compasión a los patrones que los traigan a la isla. Después las andanzas ele cada uno se conocerán en toda la caleta, porque aquí no hay secretos v los chascos de uno los sabe todo el mundo. "Los casados algunas veces les hacen ver que eso está mal, que 'hay que juntar platita para después y un sinfín de cosas. Pero vo pregunto: ¿v cuando ellos eran jóvenes, no hacían las mismas cosas? Porque aquí los pelilleros nos dividimos solamente en casa– dos y solteros. Entre los que cuidamos un poco los pesos. que tcnimos a la familia contenta, y los otros, los que se preocupan de pasarlo bien. Pero iuego los muchachos se aburren de esa vida así y también se ponen más serios. ''Casi siempre enmiendan la conducta cuando se casan. Casi siempre los casorios se hacen en familia, porque aquí no hay como para regodearse con las chiquillas. Cuando le echan e.1 ojo a algu– na y ella está de acuerdo, se sabe al tiro: cuando él va al continente, no falta el engañito que le traiga: casi siempre es una novedad, que nadie conoce, y al tiro uno sabe que él quiere casorio. "Y para la fiesta, uno tiene que pedirle permiso al capitán de puerto para traer el vi'no, porque tiene que ser con úno o si no no sería fiesta ... Uno dice tantos son los invitados, v él dice tantos ·Jitros pueden llevar. Y con unas copas, la gente aquí se pone media difícil: por cualquier cosa se puede armar un boche, pero todo se 93

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