Asi trabajo yo - tomo IV

en esta isla. Sin embargo, para la buena temporada en que sale bastante pelillo, llega mucha gente del continente que se dedica a pelillero v después retoma al continente. Eso no debiera ser así. Ellos tienen más posibilidades de trabajo en la ciudad que la que tenemos nosotros en esta isla. "No es que uno se queje del pelillo.. Pero vamos viendo: si usted tiene que meterse a la mar a las dos de la mañana, cuando está en la primera vuelta del sueño, si lo sacan sin la compostura de cuerpo, usted tiene que morir ahí no más. El pelillo no lo es– pera a uno a la hora que le parezca mejor, y cuando aparece, ni leso que uno se va a quedar en la casa, porque digo yo: si no tra- hajamos, pues no comemos. . "Cierto que ganamos sus buenos pesitos cuando se íunta har– to, pero a veces la echamos pelá. Hay semanas en que no sale ni para un quintal de harina, pero en otras se descuadra: ganamos en unos días más de lo que podríamos ganar en meses. Así es el pe– lillo: veleidoso como las muíeres. "Y para sacarlo no hay problemas. Nos conocemos todos en la caleta y no hay ninguno que se pase de vivo. Las rumas de pelillo. a medida que las sacamos, las dejamos con una marca y a nadie se le va a ocurrir desconocer lo que es de uno. A veces cunde más cuando a uno le viene a ayudar la parentela; desde los chiquillos chicos hasta las mujeres, porque todos tienen que cooperar. Los mocosos al principio alegan y toman la cosa pa'l chiqueteo, pero Jueguito entran en vereda. 90

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=