Asi trabajo yo - tomo IV
me queda otra alternativa. l\Ji esposo fue pelillero hasta el año pa– sado. Ahora está enfermo en cama r no puede hacerlo. Yo tam– bién me siento algo enferma, pero poco caso le hago a los dolores de pierna y estómago. Deben ser los años. l\li hijo mayor tam– bién me avuda en este trabajo. Juntos podemos hacer subsistir nuestro hogar. 1'1aria Romero, de cincuenta y ocho afios, trabaja sin la protec– ción del traje de goma. Su rostro está surcado por arrugas v que– mado por el sol. Le sorprende que alguien se interese por el trabajo que ejecuta. Cuenta: -Sov viuda hace diez años. l\1i marido murió ahogado en el mar. Ten~o un solo hijo, pero no puede trabajar por estar paraliti– co de una pierna. >lo me queda otra cosa que trabajar yo, aunque las fuerzas va me flaquean. Es la lev de la , ida del pobre \ del de– samparado. -¿Por que no usa el traje ele goma como los demás? -I\o puedo. Soy una mujer gorda ,. no creo que podría acos- tumbrarme. Total para qué. :\ li \'ida tiene poco precio. Sólo vi– vo para mi hijo y si algún día Di.os quiere lle\'armc, qué le \'amos a hacer. Ornar González '\'ova, de treinta v seis años, es otro de los hombres que forman este gremio. Trabaja en el mar desde los quin– ce. Apenas sabe leer. -I\os hace falta una reglamentación para ejercer este traba– JO -explica-. Aquí debiéramos ser solamente los que ,·i,·imos 88
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