Asi trabajo yo - tomo IV

tención, en la que se incluyen, por supuesto, la reunión de ami– gos al calor de una fogata y el tiesto de vino como trofeo de lujo en la celebración de una buena jornada de trabajo. Los menos adeptos al trago se conforman con pagar un escudo por ver una película o cualquier programa de televisión en casa de los que tie– nen la dicha de contar con un aparato. • La historia del pelillo -Fue allá por el año 1963 que nació este oficio aquí en la is– la. Antes de esta fecha el alga salía en cantidades a la orilla sin que a nadie le interesara. "Recuerdo perfectamente que hasta este lugar llegó un señor llamado fosé María Ortega, en representación de una industria compradora de algas marinas. Nos hizo re!lnirnos en la playa y nos dijo que nos pagaría a razón de 50 pesos el kilo de pelillo. Mu– chos de nosotros lo creímos loco y hasta dudamos que esto se lle– gara a concretar. El trabajo lo tomamos sólo algunos con mucha desconfianza y entre la burla de los demás. Sin embargo, el hom– bre llegó nuevamente a la isla tal como lo había anunciado la se– mana anterior y nos compró todo el pelillo que habíamos logrado recolectar. De aquí en adelante hubo fiebre por ejercer este tra- 86

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