Asi trabajo yo - tomo IV

El mar golpea con fiereza la playa, y la fría mañana cala los huesos del madrú~ador. Allá en la resaca de las olas, figuras hu– manas desafían la adversidad de la naturaleza. Son los pelilieros. Hombres, mujeres y niños sumidos en el agua en una faena difícil y dura como pocas, pero común y co– rriente en la isla Santa María, lugar situado frente al golfo de Arauco. Llegar hasta allí no es del todo fácil. Pequeñas lanchas de pes– cadores son la movilización obligada para el visitante y para que el isleño llegue al continente. Las 17 millas marinas de distancia .al puerto de Lota se cumplen en aproximadamente tres horas. La isla Santa María alcanza a una extensión circunferencial de l. 500 hectáreas de terreno fértil. La agricultura. y la ganadería son fuentes productivas explotadas a medias. El isleño prefiere la pes– ca o trabajar de pelillero. El mayor ahínco en la forestación de la agricultura y de la crianza de animales está en manos de los reclusos que forman par- 79

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=