Asi trabajo yo - tomo IV
unas de las que hicieron historia en la loza grande, hará más de cien años, fueron dos hermanas: la Rosa v la Soledad Zapata, muieres alegres, maceteadas, que le cantaban con guitarra y bailaban sns cuecas bien ,·alseaclas en las chinganas. Pero eran bien zorras y comedidas de repente estas Zapata: les daba por esconderse cuando laceaban, ¡no ve que eso era pa gente pobre! "Las Zapata le trabajaban de noche, escondiditas, y cuando por :.ii sentían el ladrido de los perros, corrían a esconder la greda y a !ararse las manos. . . Claro, si el trabajo de ellas era menospre– ciado en el pueblo. Eran ellas las "barreras" de Quinchamalí, que preferían cambiar sus lozas en la montaña, cambiarlas por leña y alimentos, en vez de ir a humillarse al pueblo. Pero después fueron aprendiendo que en Chillán también las lozas se vendían, no tanto como ahora, pero se vendían... Entonces sí que se jodían nuestras abuelas, agarrando el canasto y los enormes tiestos, ollas, juegos de té y un cuantuav de loza negra, agarrándola en canastos, tapaí– to~ con guano de caballo pa que llegaran sanitas las piezas. "Curcunchas, agachaítas, como podían (a veces les prestaban carreta), las viejas bajaban la loma camino a Colliguay y a Ruca– pequén pa pescar el tren que las llevaría a Chillán. En esa época no existía paradero del tren en Quinchamalí, v había que cami· nar hasta Rucapequén pa tomar el tren, a las once de la mañana. Ahí. .. , vamos subiendo la loza, y acarreándola pa'l ~1ercado de Chillán. Las piezas (una docena o dos de loza grande) se vendían en diez o doce centavos de peso. Casi na de plata pa todo lo que 4.S
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