Asi trabajo yo - tomo IV
28 -Al otro día se vino a dar cuenta. -Vengo a despertar cuando estaba en la clínica no más. Bu<.:- no, pero son cosas que tienen que pasa1 porque si estu\'iéramos midiendo todas esas cosas nadie trabajaría. -Al otro día vino a conocerme a mí. -Uno tiene... -No me conoció hasta el otro día. - ...uno tiene que... -No sabía ni dónde estaba, nada y eso a consecuencia del tra- bajo tan duro. Un compañero vino a dejarle la ropa a el, ¿4ué sena para mí cuando él llegó con el paquete con ropa? Ay Dios Santo. así que yo no hallaba qúé hacer. Lo único que gritaba no mas, y las chiquillas se pusieron a juntar a los hijos casados y ahí partimos todos para allá . .Y a mí me dejaron dentrar no más, a nadie más, porque él no podía hablar y yo tuve que mirarlo no mas, pero no me reconoció tampoco. Al otro día ya me reconocio. ' -Si la construcción es muy embromada f>or eso, porque esta propenso a caer en cualquier momento. Fíjense que un compafiero, que más o menos tenía una edad de unos veinticinco años, v esta– ba trabajando abajo, de arriba le cae una tonelada de kilos en– cima, y lo mató pero instantáneamente, instantáneamente. Todo lo cual no es raro para Raúl Contreras. -El accidente más común -según él- es enterrarse un clavo en una pata. Es como que se pinche un forro, un neumático, en un auto. Ese es el accidente pegado. Son muy pocos los que no lo
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