Kinesiología y discapacidad, perspectiva para una práctica basada en derechos

8 frase “nada sobre nosotros, sin nosotros”, pues reconoce que las políticas que les involucran a los sujetos con discapacidad requieren ser construidas con y desde sus necesidades. Desde esta perspectiva, las personas con discapacidad no necesitan ser ejemplos de superación personal ante la ciudadanía; esto significa que no desean ser comparados como alguien mejor o alguien peor que otros por su historia de vida, por consiguiente, este enfoque busca que se les reconozca como un miembro más de la sociedad. Por lo mismo, las cuotas porcentuales en espacios laborales o de sufragio universal tales como asegurar cupos de 1 persona con discapacidad por cada 100 personas sin discapa- cidad en esos espacios, no apelan a mostrarlas como personas de rango inferior que no pueden acceder a estos puestos sin la cuota, sino que busca transformar la falta de representatividad en esos espacios, dadas las prácticas capacitistas en dicha so- ciedad. Este modelo conversa con el modelo rehabilitador en dos espacios de alta relevancia para la discapacidad, tanto en los espacios clínicos como en la política pública internacional: a) Modelos de atención de salud: desde la perspectiva del modelo biopsicosocial de la salud, este nace como superación del modelo individual en una época en la que los elementos sociales no eran el centro del análisis (Engel, 1977). Esta perspectiva propone que la condición médica o deficiencia de una persona no es discapacitante, sino que la discapacidad se construye socialmente (Gordon, 2013); la discapacidad no es un atributo de la persona, sino un complicado conjunto de condiciones, muchas de las cuales son creadas por el contexto o entorno social (OMS, 2011). Es por esto que el manejo del problema requiere principalmente de la acción social, vincu- lando a la sociedad en la realización de las modificaciones necesarias para la participación de las personas en situación de discapacidad (PeSD) (Padilla-Muñoz, 2010; ONU, 2006). Este modelo representa un gran desafío para la forma tradicional de pensar en ella, de hecho, esta es la razón del cambio del uso de la Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidad y Minusvalía (OMS, 2001) a la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) en el año 2001, para su actualización, durante el año 2010. b) Convención sobre los Derechos de las Personas con Disca- pacidad: este es el primer acuerdo internacional del siglo XXI y se ha transformado en un hito mundial de la discapacidad por la participación vinculante en la redacción de la Convención y en su definición, al establecer “persona con discapacidad” en el discurso, comprendiéndolas como “aquellas (personas) que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”. A su vez, reconoce que la discapacidad es un concepto que evoluciona y que re- sulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras actitudinales, el entorno físico y el social, para lograr su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con las demás. Esta Convención representa un acuerdo multilateral que permite asegurar coherencia y cola- boración en la política nacional e internacional, alineando los esfuerzos y cooperación en un mismo paradigma. Al analizar las definiciones y directrices contenidas en la Convención sobre Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD), se puede observar un compromiso con el modelo social, especialmente al buscar “asegurar y promover el pleno ejercicio de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas con discapacidad sin discriminación alguna por motivos de discapacidad”, apelando al modelo individual solo como un referente técnico que debe articularse con este enfoque. Una de las implicancias de esta perspectiva para la práctica kinésica, se basa en que resulta ser el principal respaldo del foco de la disciplina en la funcionalidad, respaldando tanto el marco de la Clasificación Internacional del Funcionamiento y la Discapacidad (2001 y 2010) como el modelo biopsicosocial. A su vez, establece la necesidad de articular los procesos de rehabilitación con los de inclusión social, lo que implica trabajar más áreas que la salud, tales como educación, trabajo, cultura, sexualidad, entre otras. Finalmente, otra implicancia para dicha disciplina es que instala el requerimiento de identificar los estigmas y sesgos en la profesión respecto de las personas con discapacidad, la inclusión social y el rol del kinesiólogo y la kinesióloga en dicho proceso. Los términos validados por el modelo social incluyen “persona con discapacidad”, “persona en situación de discapacidad” y el reconocimiento de cada diversidad como personas en primer lugar, es decir, “personas ciegas”, “personas sordas”, “persona autista”, entre otras. Un punto relevante que se instala con este modelo es que la sociedad genera barreras tales como la discriminación por discapacidad, conducta que se conoce con el nombre de capacitismo ( ableism , en inglés) y que corresponde a la actitud o discurso que devalúa la discapacidad, frente a la valoración positiva de la integridad corporal ( able-bodiedness ), que es equiparada a una supuesta condición esencial humana de normalidad (Wolbring, 2008). Fiona Campbell (2008; 2001: p.44) lo define como una red de creencias, procesos y prácticas que producen una clase particular de sujeto y de cuerpo que se proyecta normativamente como lo perfecto y típico de la especie y, por lo tanto, como lo que es esencial y plenamente humano. En consecuencia, la discapacidad es interpretada como una condición devaluante del ser humano. Este término se volverá crucial para los siguientes movimientos de personas con discapacidad. Los movimientos sociales del siglo XXI: Movimiento de la diversidad y sociocrítico. Finalmente, existen dos conceptualizaciones que se conciben con un lazo mucho más profundo con los movimientos sociales, el modelo de la diversidad y el modelo basado en la teoría crip o sociocrítica. Ambos establecen la relevancia de reconocer la identidad de las personas con discapacidad, una distancia con el funcionalismo en la inclusión social (inclusión para que sean útiles a la sociedad, funcionales) y discusiones interseccionales con otros grupos oprimidos, como, por ejemplo, comunidades

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