Kinesiología y discapacidad, perspectiva para una práctica basada en derechos

79 de una persona con discapacidad, en su mayoría es exclusiva. Este es un fenómeno multidimensional que aborda el aspecto social, económico y político desde múltiples sectores de la so- ciedad (Chuaqui, 2016). Siguiendo esta línea, se hace relevante hablar de la sostenibilidad social, ya que esta busca mejorar la protección de las personas, independiente de su color, origen, cultura o estado socioeconómico, mediante el fomento de la adaptación de un entorno social, económico y ambiental justo y equitativo (Eizenberg y Jabareen, 2017). Estos aspectos resultan esenciales para asegurar que las personas con discapacidad no estén excluidas de la sociedad y puedan disfrutar de las mismas instalaciones y la misma libertad de vida que todas las personas y se hacen referencia a lugares en donde las personas quieren vivir y trabajar, ahora y en el futuro, satisfaciendo las diversas necesidades actuales y venideras, contribuyendo así al logro de una alta calidad de vida. La sostenibilidad social es la clave para abordar los problemas que enfrentan actualmente quienes viven en las comunidades urbanas, ya que esta viene de la mano con principios de planificación y diseño urbano, como la com- pacidad, el uso mixto, la densidad y el transporte sostenible (Zainol et al., 2018). Asimismo, la existencia de interacción social con personas con discapacidad es una oportunidad para el incremento de la sostenibilidad social y las condiciones de mejora de la vida en comunidad, por lo tanto, el desarrollo y construcción de un acceso adecuado en áreas públicas son las principales formas de ayudar a que las personas con disca- pacidad sean independientes y autodeterminadas (Bascom y Christensen, 2017). Es fundamental para la sostenibilidad satisfacer las necesidades presentes y futuras de todas las generaciones. Se reconoce que la seguridad de la comunidad, la accesibilidad y la inclusión social se han convertido en retos particulares en el diseño del entorno urbano, levantando una amplia gama de otros temas que afectan a la movilidad y la participación en la vida cotidiana. La accesibilidad juega un rol importante para el desarrollo sos- tenible, puesto que todas las personas tienen derecho a disfrutar de la vida y satisfacer sus necesidades, lo que es fundamental para el bienestar de las personas con discapacidad (Chen, Bou- ferguene, Shen, y Al-Hussein, 2019). En las zonas urbanas, la accesibilidad es muy importante para garantizar el desarrollo sostenible e integrado; los servicios públicos se han convertido en la base del estado de bienestar, que garantiza los derechos de sus ciudadanos y los protege contra los problemas derivados del desarrollo de un sistema económico que, por definición, genera desigualdades e inseguridad (Pitarch-Garrido, 2018). Del mismo modo, los sistemas de transporte público no solo deben satisfacer las necesidades básicas de sostenibilidad en consideración a la salud humana y del ecosistema, el consumo de energía y la contaminación ambiental, sino que también deben cumplir con los criterios de accesibilidad, equidad social, eficiencia y efectividad (Chen et al., 2019); por consiguiente, el diseño de todas las instalaciones y estaciones de transporte público deben proporcionar una buena accesibilidad para todas las personas de todas las edades, capacidades y discapacidades (Zainol et al., 2018). Para que un transporte sea accesible debe estar instaurada la accesibilidad universal; la Convención reconoce la importancia de la accesibilidad al entorno físico, social, económico y cultural, a la salud y la educación y a la información y las comunicaciones para que las personas con discapacidad puedan gozar plenamente de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, a fin de que puedan vivir en forma independiente y participar plenamente en todos los aspectos de la vida (ONU, 2006). Para que la accesibilidad universal esté instaurada, el diseño universal en las ciudades debe también estarlo. Se entiende por diseño universal el diseño de productos y entornos que pueden ser utilizados por todas las personas, en la mayor medida po- sible, sin la necesidad de ningún tipo de adaptación por parte de las personas. Es un movimiento a nivel mundial, basado en el concepto de que todos los productos, entornos, medios de comunicación y similares deben estar diseñados para satisfacer las necesidades de la gran mayoría de los(as) usuarios(as) (Crews y Zavotka, 2006). Una mayor accesibilidad, mejora el nivel de inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad y les permite acceder a sus derechos como el ir trabajar, tener una buena vida social y moverse libremente. Para que las personas con discapacidad participen en la sociedad en un ambiente agradable y propicio, debe estar instaurada la infraestructura adecuada y las instalaciones asequibles en las estaciones de transporte público que consideren a todos los tipos de personas que lo utilizan (Zainol et al., 2018). La accesibilidad, entonces, es fundamental para los usuarios de sillas de ruedas que requieren autonomía para llevar a cabo sus tareas con normalidad, sin la ayuda de otros para su movilidad. Si el transporte público no cuenta con accesibilidad universal, las personas con discapacidad dependen del transporte priva- do que en pocas ocasiones es conducido por ellas, sino que en su mayoría son miembros de la familia quienes deben ser el soporte para el traslado. Las personas usuarias de sillas de ruedas son particularmente objeto de exclusión, puesto que si un vehículo no tiene espacio o no ha sido habilitado para acomodar la silla, simplemente la persona no podrá trasladarse, vulnerándose así sus derechos fundamentales básicos dentro de los que se encuentra el acceso a un transporte público (Almada y Renner, 2015). Para las personas con discapacidad visual y auditiva, las instalaciones deben tener marcadores táctiles para las rutas dentro y fuera de las instalaciones del transporte, especialmente una clara indicación de posición de parada de autobús, plataforma, entrada y el vehículo mismo (figuras 1 y 2); además, deben contemplar la información de audio para la llegada de vehículos de transporte público, carteles claros y señalizaciones con letras grandes y legibles, muy necesarios para las personas con problemas de visión (Parra y Palacios, 2007; Sze y Christensen, 2017). Estas medidas son muy útiles y eficaces en la mejora de la accesibilidad y la percepción del nivel de servicios (Park y Chowdhury, 2018). Sin embargo, se trata de condiciones que no siempre se dan, generándose barreras que dificultan el acceso al sistema de transporte, con la consecuente exclusión a los servicios en general (figura 3) (Park y Chowdhury, 2018).

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