Kinesiología y discapacidad, perspectiva para una práctica basada en derechos
38 asistencia tecnológica, alimentación especial, etc. Algunas de las prestaciones en la atención de NANEAS, incluyen a aquellos que requieran largos períodos de hospitalización, a través de la opción de programa de estimulación en las aulas hospitalarias, pero principalmente se fomenta la rehabilitación en sus propios entornos en los programas de atención domiciliaria, como, por ejemplo, el programa nacional de Asistencia Ventilatoria No Invasiva (AVNI). Los niños y niñas con discapacidad visual son derivados desde el nivel terciario con atención médica especializada, a funda- ciones o corporaciones cuya misión es ofrecer la rehabilitación especializada como, por ejemplo, la Corporación de ayuda al Limitado Visual (COALIVI) u otras. Los niños y niñas con discapacidad auditiva, son detectados en screening auditivos del recién nacido y derivados a los ser- vicios de la especialidad del nivel terciario para su tratamiento; luego son incorporados a los jardines infantiles de la red Junji o Integra y, posteriormente, ingresados a escuelas regulares o especializadas. Los niños y niñas con discapacidad intelectual leve ingresan a jardines infantiles de la red pública y, poste- riormente, a escuelas regulares municipales o particulares subvencionadas con PIE. Las ayudas técnicas requeridas para apoyar la rehabilitación de niños y niñas menores de 6 años son gestionadas a través de los Institutos Teletón, en el caso de discapacidad motora, o a través de su municipio por Ficha Nacional de Registro Social de Hogares y son gestionadas por la oficina de la discapacidad de cada municipio, con el com- plemento de un informe técnico de profesionales autorizados desde los Centros de Salud Familiar (CESFAM). A los niños y niñas menores de 6 años no se les exige estar inscritos en el Registro Nacional de Discapacidad (RND), para la obtención de este beneficio. La rehabilitación física para adultos y personas mayores en nuestro país, tradicionalmente ha priorizado sus actividades y enfoques en los servicios de rehabilitación de los hospitales de mediana y alta complejidad, es por esto que durante muchos años quedaron escasamente abordadas las acciones que buscaban concretar la inclusión social de las PeSD; por lo tanto, se había dejado de lado el último eslabón del proceso de rehabilitación, sin el cual no podemos saber con certeza si dicho proceso fue realmente exitoso. Desde hace ya algunos años, la RBC se ha redefinido como una “estrategia para la rehabilitación, la igualdad de oportunidades, la reducción de la pobreza y la integración social de las personas con discapacidad” (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2005). Además, actualmente se asume la evolución de ciertos conceptos, como el de “integración” que avanza hacia el de “inclusión” y todo lo que conlleva la mirada actual de la discapacidad: autonomía, vida independiente, par- ticipación social, enfoque de derechos, facilitadores y barreras del ambiente, entre otros. Estos conceptos son los que han ido posicionándose como protagónicos para la implementación de diversas iniciativas desde el área de salud hacia las PeSD y han reconocido a la RBC como la estrategia clave para lograr el objetivo final de todo proceso de rehabilitación: “el logro de la inclusión social”, entendiéndola como las acciones de participación conjunta con otros en todos los ámbitos de la vida, desde el núcleo básico de la familia, hasta la incorpora- ción al mundo laboral, pasando por la participación educativa, recreativa, deportiva, cultural, etc. En nuestro país, la incorporación de la estrategia de RBC en la red asistencial ha sido progresiva, avanzando con pequeñas iniciativas que gradualmente se fueron incrementando y forta- leciendo con diversos hitos nacionales e internacionales hasta llegar a la situación actual en la que se pretende que la RBC sea un pilar importante en la red de salud, integrándose en el nivel primario de atención y complementándose con el modelo de salud familiar. Sin embargo, y pese a que estos lineamien- tos se describen en los documentos de orientaciones desde el MINSAL, no necesariamente se logran implementar de forma ideal, ya que, como se ha indicado anteriormente, el paradigma asistencialista sigue estando presente y muy arraigado. Dentro de los primeros registros de implementación de la RBC en nuestro país, está el proyecto de ANCUD, que fue escasamente difundido en Chile, pero que es relevado en un documento internacional que recopila las experiencias de RBC desarrolladas en América Latina durante las décadas del 80 y 90 (Organización Panamericana de la Salud [OPS]-OMS, 2002); por esta razón es necesario incluirlo dentro de este capítulo. El texto describe lo realizado en el proyecto de Ancud, desarrollado en el año 1994, y se extiende hasta principios de la década del 2000. El proyecto se financió a través de fondos concursables desde el Fondo Nacional de Discapacidad (FONADIS), actual SENADIS; esta iniciativa surgió por el alto porcentaje de buzos que presentaban secuelas neurológicas producto del “mal de pre- sión” (síndrome de descompresión o embolia gaseosa). Durante el desarrollo del proyecto, se trabajó siguiendo la metodología propuesta por la OPS-OMS para el logro de la inclusión social, utilizando la estrategia de RBC. El trabajo se caracterizó por la participación activa de agrupaciones de PeSD y un equipo interdisciplinario de profesionales, entre los que se encontraban kinesiólogos. Dentro de las estrategias se formaron monitores y se potenció el trabajo articulado y en red de la comunidad, destacándose entre sus logros el incremento de la autonomía de las PeSD en diversas actividades y la estimulación de la inclusión laboral (OPS-OMS, 2002). Pocos años después de la puesta en marcha del proyecto de Ancud, comenzó a instalarse la RBC desde el INRPAC, que en sus inicios tuvo cobertura solamente para la población infantil y que, posteriormente, se expandió hacia todo tramo etario, iniciando en 1996 actividades de cooperación internacional con el gobierno de Japón que dieron paso a que, en el año 2000, se firmara un convenio entre el MINSAL y la Agencia de Coope- ración internacional del Gobierno de Japón ( JICA), instalando un proyecto de RBC en el INRPAC. Estos acontecimientos sentaron las bases para la implementación de la RBC a través de los centros comunitarios de rehabilitación (CCR) en el sistema público de salud (Instituto Nacional de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda [INRPAC], 2019).
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