Cuadernos Beauchef: ciencia, tecnología y cultura: vol. III Chile sobre la marcha
92 Cuadernos de Beauchef Entonces, a partir de los documentos mencionados se puede inferir que, ante una baja capacidad de procesamiento institucional de determinadas demandas y sumado la represión, se entra en un ciclo de protestas con foco en los derechos sociales, en las que destacan los acontecimientos experimentados en 2011, 2012, 2015 y 2019. Una realidad que no se veía desde hace siglos y que va asociada a una nueva capacidad de movilización de los actores sociales, que puede deberse a múltiples nuevos factores, como por ejemplo internet y las redes sociales, entre otros. Hay elementos distintivos en la explosión social del 18 de octubre que dejaron prácticamente sin efecto las normativas institucionales, al punto que, durante las primeras horas del denominado “estallido social”, los poderes del Estado y las Fuerzas de Orden no sabían cómo actuar, dejando que la realidad superara a la ficción en hechos como la quema de las estaciones de Metro, los saqueos de supermercados, las protestas callejeras, los incendios registrados y, sobre todo, los muertos y heridos. Esto marca un importante hito, ya que, en 2011, 2012, 2015 y en menor medida en 2016 (contra las AFP), la mayoría de las protestas debidas a problemas socioeconómico no habían tenido elementos de violencia reiterados, exceptuando algunos episodios, como por ejemplo el del universitario Rodrigo Avilés, quien resultó gravemente herido y quedó al borde de la muerte al ser impactado por un chorro del carro lanza aguas de carabineros, el 21 de mayo de 2015. El exceso de violencia es resultado de la falta de respuesta de las instituciones y la organizaciones políticas existentes, incapaces de procesar los conflictos sociales en el marco de mecanismos de diálogo y participación ciudadana representativos de todos los sectores políticos y sociales; adoleciendo de la empatía necesaria para entender las desigualdades y ofrecer soluciones concretas; manteniendo los ya conocidos vínculos entre los negocios y la política; dejando a los ciudadanos y habitantes de Chile con ira e indefensión, canalizadas en una baja participación democrática, una nula confianza y una conflictividad radicalizada. Se hace necesario, entonces, la intervención de las pocas instituciones que aún tienen el respaldo ciudadano, como
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