Cuadernos Beauchef: ciencia, tecnología y cultura: vol. III Chile sobre la marcha
79 Filosofía y estallido social Una obra pasa a ser valorada en la medida de los intercambios —estéticos, políticos, éticos, filosóficos— que propone. En su apertura más allá de los límites de lo estético, la capacidad de repolitizar el arte nos lleva a la esfera de lo público. Y en esa zona de convergencia se hace visible la incapacidad del arte de volverse verdaderamente político. El problema, como sostiene Boris Groys en Volverse público (2014), es que la esfera política contemporánea ya está estetizada: “Cuando el arte se politiza, se lo fuerza a hacer el desagradable descubrimiento de que la política ya se ha vuelto arte, de que la política ya se ha situado en la esfera estética” (p. 38). Si el artista se transforma en obra en la medida en que pasa a ser una imagen (deja de ser un productor de imágenes, en esta perspectiva, para volverse imagen), entonces el manifestante deviene nuevamente en actor, pero ahora su dramaturgia está reglamentada por un principio menos representacional; de ahí que sea la hora de la performance social lo que defina el grado de acción pública en un régimen de presencia. Son las presentificaciones, ahora registradas y posteadas en el infinito bucle de la máquina mediática contemporánea, las que confieren un valor altamente ético y estético a las manifestaciones sociales devenidas en obra. Recuerdo haber asistido, cuando cursaba el Doctorado en Semiótica, a un seminario de Slavoj Zizek aún antes de su relevamiento a figura pop del pensamiento contemporáneo. El curso llevaba por título “Contra una política del miedo”, y en el inicio de la primera sesión un video de Pink Floyd daba cuenta del sentido espectacular que el filósofo esloveno concedía a su primera conferencia. Detrás de los martillos acechantes que desfilaban en el fondo del escenario, un seguidor avanzaba lentamente desde la entrada de un atiborrado teatro hasta la primera escalinata que lo conducía a una mesa provista de una lámpara metálica. Comenzaba la lectura de sus primeras páginas y, mientras escuchaba el inglés balcánico del expositor, intentaba, no sin dificultad, anotar las ideas centrales de su alocución.
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