Cuadernos Beauchef: ciencia, tecnología y cultura: vol. III Chile sobre la marcha
78 Cuadernos de Beauchef Está en marcha una cuarta fase de estetización del mundo, remodelada en lo esencial por lógicas de comercialización e individuación extremas. A una cultura modernista, dominada por una lógica subversiva, en guerra contra el mundo burgués, sucede un universo nuevo en el que las vanguardias se integran en el orden económico y son aceptadas, solicitadas y sostenidas por las instituciones oficiales. Con el triunfo del capitalismo artístico, los fenómenos estéticos no reflejan ya pequeños mundos periféricos y marginales: integrados en los universos de producción, comercialización y comunicación de los bienes materiales, constituyen inmensos mercados organizados por gigantes económicos internacionales. (p. 20) Pero dicha estetización ha supuesto, también, un retorno a la ética. De hecho, pensar una ética estética no es patrimonio exclusivo de una disciplina en particular. Tiempo atrás, cuando Zygmunt Bauman (2005) comenzaba a ser el bestseller intelectual que conocimos en la década pasada, hablaba de los amores líquidos , para después ocuparse de cuestiones estrictamente éticas, desde un punto de vista sociológico, claro está, pero en una visión que abría fronteras disciplinares con el pensamiento de Giorgio Agamben, quien, en esa época, esbozaba una reflexión similar en La comunidad que viene (1996). Más allá de las aduanas metodológicas, la preocupación por el problema de la acción —versus el de la representación, en el caso del arte— llevó a artistas como Tania Bruguera a decidir atender a la idea de arte útil (el arte como herramienta). Se trataba, en esa conferencia-performance de 2009, de hacer visible un rasgo útil del arte en tanto herramienta para la transformación del ser humano que necesariamente incluye la ética. En Autosabotaje , Bruguera lee sus reflexiones sobre el arte político y la función de los artistas en el contexto social. Mientras permanece sentada detrás de una mesa, interrumpe su lectura y toma una pistola calibre 38, le pone una bala de 9 mm y aprieta el gatillo. Con suerte, la bala no salió.
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