Cuadernos Beauchef: ciencia, tecnología y cultura: vol. III Chile sobre la marcha

63 Democracia en la era electrónica procedimientos o metodologías que usan herramientas digitales en forma colaborativa durante el proceso de diseño, construcción y posterior explotación comercial del inmueble. Edificar implica intercambiar información, continuamente, en un circuito infinito de creación y consolidación (figura 1), integrando los sistemas técnicos que componen el edificio y los sistemas humanos que lo habitan. Es un proceso orgánico que se desarrolla en once dimensiones, ordenadas en torno a la dimensión central (6D): la fuerza de gravedad. En las primeras cinco dimensiones se edifica y en las últimas cinco el edificio se consolida. Las flechas del gráfico representan el flujo de información y recursos que anima el proceso. Las dimensiones de creación son la línea (1D), el plano (2D), el cuerpo (3D), el tiempo (4D) y la genética (5D), una matriz orgánica de costos basada en presupuestos de obras ejecutadas. Las dimensiones de consolidación son la normativa (7D), todo lo que tiene que ver con la existencia legal del edificio; la técnica (8D), que corresponde a sus sistemas e instalaciones; la económica (9D), representada en la gestión comercial del activo; la ambiental (10D), asociada al impacto del edificio en el entorno. La onceava es la dimensión mítica (11D), la narrativa que inspira y motiva el proceso de edificación. Si al modelo se superpone el símbolo de los opuestos complementarios de la cultura oriental ( ying-yang ), es posible graficar la visibilidad de las diferentes dimensiones y expresar la dualidad de la naturaleza: la edificación representa la matriz creadora (femenina, ying ), y el edificio lo creado (masculina, yang ). Lo que percibimos abiertamente del proceso son las dimensiones visibles que giran en el anillo externo: la construcción (3D) el tiempo (4D) y la economía (9D). El lenguaje arquitectónico explícito se ubica en el lado luminoso del círculo, y el lenguaje metafórico implícito en el lado sombrío. Ambos forman parte de una unidad indivisible: el lenguaje de la realidad.

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