Cuadernos Beauchef: ciencia, tecnología y cultura: vol. III Chile sobre la marcha
28 Cuadernos de Beauchef vendieron al sistema, cayendo en la corrupción, mezclando política y dinero, traspasándole mayor poder a la economía y, consecuentemente, a las grandes empresas nacionales y transnacionales, siempre en complicidad con las elites y poderes fácticos. Esto, sumado a las crisis institucionales —además de la crisis ambiental—, explica la pérdida de autoridad del mundo adulto y, con ello, la pérdida de poder, confianza y credibilidad ante la juventud y la opinión pública. Ahora bien, tratando de comprender mejor la situación, hay que reconocer que el panorama general del país ya hacía tiempo venía adverso. De partida, en la década de 1990 las primeras generaciones juveniles eran hijos de la dictadura o hijos de padres que, de una u otra forma, habían sido afectados por la dictadura. Era una época “a-política”, en la que ya todo se hacía acorde a las leyes del mercado, sin fundamentos humanos que dieran sentido a lo que se estaba construyendo. El debate casi no existía, salvo en la propia clase política que, poco a poco, se fue envolviendoenunaburbuja, olvidándosede la sociedad chilena. El rumbo a seguir, por lo tanto, lo marcaba en la práctica la Constitución de 1980. La sociedad adulta, hipnotizada, terminó siendo víctima del consumismo y de la “cultura del tener”, dentro de una dinámica competitiva en que solo valía tener más que el/la otro/a. Como espejo de EE.UU. , el tiempo chileno se transformó en capital económico ( time is money ). Y, frente a tal potencial de “oportunidades”, los padres desatendieron sus hogares, olvidando el acompañamiento y educación de sus hijos, delegándolo todo a los jardines infantiles, escuelas, liceos y colegios, internet y/o redes digitales (mal llamadas sociales). Consecuentemente, hijas e hijos fueron víctimas de la soledad y falta de afecto, perdiendo el soporte emocional y valórico que todo ser humano requiere para su formación. Así, en Chile se dejó de educar y se optó por instruir. Se dejó de formar personas con conciencia social y política, ciudadana y/o rural, a cambio de entes productores-consumidores, eficientes operadores del sistema. La juventud fue “ninguneada”, quedando abandonada y desamparada, sin luces en el horizonte. Sin embargo, un país que ignora su ethos y no sabe escuchar a su juventud; que no ofrece un proyecto colectivo para motivar y
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