Metodologías aplicadas para la conservación de la biodiversidad en Chile
Capítulo 13. Bases que Explican la Existencia de Áreas Silvestres Protegidas - 489 488 - Metodologías para la Conservación de la Biodiversidad en Chile. esfuerzos científicos para asegurar la conservación de la naturaleza es la Red Internacional de Estudios Ecológicos de Largo Plazo (LTER, Long Term Ecological Research). Destaca este hechoyaquedurante el periodode 1977 a 1979, la NSF (Fundación Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, creada en 1950), patrocinó a la comunidad científica de ecología tres talleres de trabajo en equipo para idear proyectos a largo plazo y de amplias escalas espaciales, lo cual posteriormente dio origen a la “investigación ecológica a largo plazo”. La red LTER surge en 1980, logrando financiar proyectos de acuerdo a las condiciones ecológicas en términos de tiempo y escala reales, fomentando la colaboración entre los científicos participantes (Anderson et al. 2010; LTER 2013). En este sentido, los avances otorgados por la ciencia significan sin duda un aumento en la comprensión del entorno, los que han influenciado no sólo en el desarrollo de las disciplinas relacionadas, sino también en diversas culturas y sociedades. 3. ¿POR QUÉ CONSERVAR? El cuestionamiento de la importancia ética de conservar y la relación que se considera entre la naturaleza y las personas impulsa el inicio de múltiples corrientes que, considerando sus extremos, podrían resumirse a grandes rasgos en dos corrientes: de ecología profunda (deep ecology) y antropocéntrica. Uno de los ejemplos más claros de ecología profunda corresponde a la posición ética de Aldo Leopold (1887- 1948), interpretada en su ensayo “La Ética de la Tierra” (Leopold 1949), quién concluye que las personas son parte de la comunidad terrestre, incluyendo en ésta el suelo, el agua, el reino vegetal y animal. Por consecuencia se reconoce al ser humano como un miembro más del todo y por lo tanto debe respetar por igual al resto de la naturaleza. Esta postura plantea la igualdad de derechos, iniciando el nuevo movimiento ecologista, en que la cooperación entre especies y componentes resulta ser de beneficio mutuo. La ética de la tierra es posible siempre y cuando cada individuo sea consciente de su rol en el mundo, comprendiendo que es parte de él. Este pensamiento acepta el manejo de los ecosistemas y su uso responsable, siempre y cuando garantice la existencia de la comunidad y cada una de las partes que la conforman. Podría resumirse en una especie de simbiosis en el actuar responsable del conjunto, valorando la naturaleza por el amor y entendimiento que se le tiene (Leopold 1949). Si bien Leopold es considerado el creador de la ecología profunda, quien introduce el término es el filósofo noruego Arne Naess (Naess 1973). Las bases de este movimiento sugieren un estudio más acabado y a largo plazo de la ecología del entorno. Establece la existencia de un valor intrínseco de la naturaleza, que no tiene relación con la utilidad de los recursos para los humanos, pero se traducen en un problema social, el cual se asocia a la comprensión de la relación entre el hombre y la naturaleza. Los conflictos no son únicamente coetáneos sino también existen diferencias históricas de las sociedades y su visión del territorio, aspectos que han variado a lo largo de la humanidad, como se muestra en el Cuadro 1. Se entiende por territorio a una construcción social donde las personas conviven en un espacio geográfico, una visión sistémica, cuyas características, relaciones y procesos naturales y sociales les brindan una identidad propia. El cómo ordenar los territorios dependerá entonces de los intereses de las personas. Existe por lo tanto un conflicto asociadoa lapercepciónde lanaturaleza entre distintos grupos sociales, entre distintas etapas históricas, pero también entre las personas, y debido a esta relación, cuyos orígenes se remontan a la aparición del ser humano sobre la Tierra, es que ha sido complejo determinar cómo y para qué se deben utilizar y manejar los territorios. 2.1. Inicios del conservacionismo y la ecología El surgimiento del conservacionismo se remonta al momento en que las personas identifican que la naturaleza tiene un valor intrínseco y comienzan a evaluar cuales son las condiciones favorables para la mantención de los ecosistemas. Por primera vez el manejo del territorio tiene como objetivo general el contribuir a la conservación del medio natural por el sólo hecho de existir y por ser un bien por sí mismo. Estas ideas de derechos de la naturaleza no son actuales, sino que ya se encontraban presentes en culturas antiguas como la greco-romana, judeo-cristiana y china (Van Dyke 2008). Dentro de los fundadores del preservacionismo destaca John Muir, quien alrededor de 1900 tuvo una enorme influencia en la protección de diversos paisajes de Estados Unidos, además de impulsar en parte el naciente Sistema de Parques Nacionales de ese país y promover la filosofía del amor por la naturaleza (Van Dyke 2008; Sodhi y Ehrlich 2010). En cuanto a la ecología, se establecen los estudios como ciencia también a partir de 1900. Sin embargo, Gilbert White, pastor de una iglesia en Selborne, ya es reconocido como el primer ecólogo inglés, quién en 1788 publicó lo que sería su obra maestra “The Natural History and Antiquities of Selborne” (Van Dyke 2008). Destacan además otros naturalistas como Charles Darwin (1859) con su publicación “El origen de las Especies” y su planteamiento de la teoría de la evolución por selección natural, desafiando las creencias religiosas sobre la creación del mundo y ampliando el debate mundial acerca de la evolución (Pérez 2009). Con el paso de los años, los estudios comienzan a intensificarse, sobre todo con el creciente interés y concientización por parte de la ciudadanía acerca de los efectos que trae consigo el deterioro de los ecosistemas, su implicancia en el tiempo y lo necesario que resulta su comprensión. Un ejemplo más contemporáneo de reunir
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