Metodologías aplicadas para la conservación de la biodiversidad en Chile
Capítulo 11. Planificación Sistemática para la Conservación y los Servicios Ecosistémicos - 427 426 - Metodologías para la Conservación de la Biodiversidad en Chile. Costos y amenazas En PSC, los elementos seleccionados serán representados de acuerdo a metas cuantitativas a un mínimo costo. El costo de las unidades de planificación es determinante en el resultado de reservas y además, en la factibilidad de implementación de un sistema (Naidoo et al. 2006). Hay varias formas de incorporar el costo a un ejercicio de PSC, todas ellas obedecen a los objetivos para los cuales se propone el ejercicio. Tradicionalmente se utilizan variables que se aproximen al costo real de implementar cada una de las unidades de planificación como una reserva individual. Esto puede ir desde el costo estimado de adquirir y administrar la unidad de planificación, estimaciones de pérdidas de producción de los propietarios hasta estimaciones de amenazas. En el caso de usar amenazas, los indicadores deben tener por objetivo estimar el costo de prevenirlas y mitigarlas. En el caso de costos asociados a producción ( e.g. ganadera, agrícola o forestal), el costo de transporte podría influir significativamente en la solución, privilegiando unidades que se encuentran más lejanas de los centros de consumo y caminos, cosa que correlaciona con el nivel de amenaza (Wilson et al. 2005). En general, deben privilegiarse costos llevados a medidas monetarias y respaldadas por teoría económica (Naidoo et al. 2006). 3.3 Definición de metas cuantitativas. Las metas cuantitativas de conservación especifican qué cantidad o porción de cada objeto de conservación, tales como especies y tipos de hábitat, debe ser protegida dentro de la red (Ardron et al. 2010). Estas metas deben reflejar los objetivos más amplios definidos con partes interesadas en la primera etapa, por ello es necesario fijar metas para elementos tan disímiles como especies, tipos de hábitat, comunidades, ecosistemas y distintos servicios ecosistémicos. En general, las metas cuantitativas se relacionan al concepto de umbrales ecológicos ( e.g. Huggett 2005), que asume que, debido a interacción de variables ecológicas no lineales, existen puntos en que hay cambios relativamente rápidos entre una condición ecológica y otra (Radford et al. 2005). El caso más tradicional es que, ante una disminución del hábitat disponible para una especie, existe una cantidad a partir de la cual la especie aumenta rápidamente su probabilidad de extinción (Huggett 2005). Existen revisiones sobre cómo abordar estos umbrales ( e.g. Svancara et al. 2005), que separan las metas cuantitativas entre definiciones “políticas” hasta aquellas definidas en base a evidencia. Metas “políticas” como “10% de los ecosistemas más relevantes”, definidas sin evidencia empírica, si bien han resultado buenos puntos de partida en el pasado, han sido fuertemente criticados desde el punto de vista de su relevancia ecológica (Pressey et al. 2003, Rondinini y Chiozza 2010). La necesidad de definir metas cuantitativas en PSC implica tener datos sobre biodiversidad, que en la mayoría de los casos son incompletos y no cubren toda la región de interés. Sin embargo, esta desventaja aparente presenta varias formas de ser superada, si se piensa en un método iterativo que unidades de planificación, aunque el desempeño depende de varios otros factores. La forma de la unidad de planificación dependerá aún más de la naturaleza del ejercicio; unidades regulares y de la misma forma, tales como hexágonos son comúnmente utilizados porque reducen el sesgo potencial que inducen distintos tamaños y formas en el resultado final. Sin embargo, unidades administrativas o basadas en topografía, si se tiene el cuidado de normalizar su información ( e.g. por área y por perímetro), hacen más fácil la traducción de la solución a las partes interesadas. Para más detalles y ejemplos, es recomendable revisar Ardron et al. (2010). Objetos de conservación Los objetos de conservación son componentes espacialmente definidos y que serán representados en alguna proporción en el sistema de reservas propuesto. Tradicionalmente los objetos han sido componentes de la biodiversidad a distintos niveles, desde poblaciones y especies hasta tipos de hábitats y ecosistemas. En la última década, se ha buscado complementar los ejercicios de PSC integrando objetos de conservación relacionados a algunos servicios ecosistémicos. Al incorporar objetos de conservación, se debe tener en cuenta que se está trabajando con el supuesto de compatibilidad entre el manejo de distintos objetos de conservación en una misma unidad. Esto puede restringir la incorporación de algunos objetos de conservación, cuyo manejo no es compatible con la granmayoría de los objetos planificados (Chan et al. 2011). En el ámbito terrestre, comúnmente se ha utilizado registros de especies y modelos de distribución espacial como objetos de conservación. A falta de buena información de especies se ha incorporado aproximaciones como clasificaciones ambientales (tipos de clima/suelo/geología) o clasificaciones de tipos de vegetación o ecosistemas. También hay objetos asociados a procesos ( e.g. dispersión) en que se utilizan gradientes altitudinales, refugios locales o sectores con potencialidad de conectividad entre remanentes de bosque o sistemas hidrológicos. Muchos de los objetos de conservación son estáticos, y como señala Cawardine et al. (2009), el debate continúa sobre las formas más apropiadas de incluir información de especies, diversidad filogenética, tipos de hábitat o vegetación, clasificaciones ambientales, conectividad y atributos físicos que pudieran estar asociados a procesos ecológicos. En cuanto a servicios ecosistémicos como objetos de conservación, se han ido utilizando cada vez más en ejercicios de PSC, sin embargo, como ya se ha señalado, agrega un grado de complejidad mayor. Servicios de provisión ( e.g. leña, madera, agua para uso doméstico), de regulación ( e.g. de crecidas de ríos, almacenamiento de carbono), de soporte ( e.g. polinización, control de plagas) y culturales ( e.g. recreación e interés turístico), se han planteado con objetos de conservación que pueden dar mayor factibilidad de implementación a ejercicios de planificación territorial (Chan et al. 2011, Snäll et al. 2016).
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