Metodologías aplicadas para la conservación de la biodiversidad en Chile
Capítulo 11. Planificación Sistemática para la Conservación y los Servicios Ecosistémicos - 421 420 - Metodologías para la Conservación de la Biodiversidad en Chile. puede servir de sustituto para otro. Wilson y Newton (2007) desarrollan un ejercicio de PSC incorporando un índice de vulnerabilidad como costo para representar los tipos forestales en el área comprendida por las provincias de Valdivia, del Ranco, de Osorno y de Llanquihue, para aportar al diseño de una nueva red de reservas para Chile. Ramírez de Arellano (2007) realizó un análisis de sensibilidad de las soluciones para Chile continental evaluando el efecto de distintos costos en la función objetivo, la extensión del análisis (Chile continental completo y dos subsecciones anidadas de la zona central), el tamaño de las unidades de planificación y los siguientes objetos de conservación: 641 rangos de distribución de vertebrados, 66 tipos de flora común y dominante, registros de 64 especies de flora amenazada, 127 pisos vegetacionales de Luebert y Pliscoff (2006) y tres tipos de humedales costeros. Luego, Tognelli et al. (2008) se enfocan en la representatividad de 653 rangos de distribución de vertebrados tanto del SNASPE como de los sitios prioritarios de la estrategia nacional de biodiversidad, indicando, al igual que los otros estudios a esa fecha, la necesidad de incorporar este tipo de análisis en el diseño de sitios para la conservación en Chile. A escala regional, Ramírez de Arellano et al. (2008) señalan el ineficiente aporte que realizan los sitios prioritarios en Atacama para representar los vertebrados además de indicar que la flora por sí sola no es un buen “subrogante” para los vertebrados, reforzando la idea de utilizar varios tipos de objetos de conservación al realizar ejercicios de planificación con miras a una implementación real. Un análisis regional similar, pero para la Región de los Ríos, fue realizado posteriormente por Gómez (2010). Meynard et al. (2009) evalúa una solución en que se utiliza por primera vez para Chile modelos de distribución potencial, en este caso para aves, además de tipos forestales, evaluando al igual que Squeo et al. (2003) y Ramírez de Arellano (2007), Tognelli et al. (2008), Ramírez de Arellano et al. (2008) el aporte del SNASPE y los sitios prioritarios de la ENCB. El concepto de cambio climático en el análisis de representatividad de distribuciones potenciales especies y ecosistemas es introducido en el trabajo de Marquet et al. (2011), si bien no se llega a plantear un sistema de reservas que considere las modificaciones presentadas en la distribución de especies y ecosistemas, indica la relevancia de generar un sistema de reservas conectado que mejore o pueda mejorar las oportunidades adaptativas y evolutivas de especies, comunidades y ecosistemas. Squeo et al. (2010) realizan el análisis de vacíos de conservación con el mayor número y diversidad de objetos de conservación para Chile continental e insular (1433), incluyendo ambientes terrestres y marinos además de objetos relevantes a escalas ecorregionales, ecosistemas, comunidades, especies y algunos procesos biológicos y ecológicos relevantes. Se destaca que las soluciones obtenidas, a pesar del número de elementos considerados, son dependientes de disponer de información de mejor calidad, cosa que se puede ajustar de manera dinámica en el curso de la implementación de binaria (reserva o no reserva) a uno que utiliza “zonas” o tipos de manejo (Watts et al. 2009). El caso chileno Chile tiene una larga tradición de conservación in situ, con la primera reserva nacional creada en 1907 (Muñoz et al. 1996), con una lista actualizada de las especies amenazadas (Glade 1988, Benoit 1989), los procesos del Reglamento de Clasificación de Especies (RCE) desarrollados por el Ministerio de Medio Ambiente de Chile (MMA 2012) y varias iniciativas que definen sitios prioritarios para la conservación de biodiversidad (Glade 1988, Benoit 1989, Muñoz et al. 1996, Squeo et al. 2010). Sin embargo, los parques y reservas nacionales fueron diseñados de manera ad hoc , y las listas de especies amenazadas son parciales y no aseguran una protección efectiva. Incluso, los sitios prioritarios, si bien es cierto surgieron de un proceso de participación ciudadana, en la práctica fueron definidos con criterios heterogéneos al comparar distintas regiones administrativas, incluso contradictorios en ciertos casos, y no siempre explícitos, lo cual sumado al hecho que se trata de terrenos en su mayoría privados, ha llevado a una baja implementación. Como resultado, la Estrategia Nacional para la Conservación de la Biodiversidad (ENCB) chilena es todavía ineficiente y en la práctica, aún no han sido definidos sus objetivos explícitos ni herramientas que le brinden una capacidad de reaccionar a los nuevos escenarios. En Chile, el primer ejercicio formal de PSC fue desarrollado por Squeo et al. (2003) para todo el territorio continental. En el estudio se propuso una lista de sitios que en su conjunto representaba el 10%de las comunidades vegetales ( sensu Gajardo 1994) identificadas en base a la información del Catastro de Bosque Nativo (CONAF - CONAMA - BIRF 1999). El conjunto de sitios propuestos minimizó el costo, el cual se estimó en base a un índice que incluyó caminos, ciudades y lugares poblados y la cobertura de uso del suelo en categorías de antropización del Catastro de Bosque Nativo. Squeo et al. (2003) señalan que el ejercicio está “limitado a la fortaleza de las fuentes de información utilizadas”, lo cual implicó problemas de uso de escalas distintas, con alta incertidumbre sobre la distribución espacial de las comunidades en la zona norte. Por otra parte, la meta del 10% para todas las comunidades no tomó en consideración el grado de intervención de cada una de ellas. Como era de esperar, el estudio señaló un bajo grado de representación del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), con solo el 16% de las comunidades representadas en más de un 10% de su superficie en áreas protegidas e indica el potencial de utilizar este tipo de herramientas incorporando otros elementos relevantes de conservar en Chile. En el trascurso de una década, se desarrolló en Chile numerosas aproximaciones utilizando PSC, abarcando distintos conjuntos de objetos de conservación y extensiones geográficas. Tognelli et al. (2005) evalúa conjuntos mínimos de bandas latitudinales para representar 265 especies de vertebrados marinos y ejemplos de cómo un grupo taxonómico
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