Metodologías aplicadas para la conservación de la biodiversidad en Chile
Capítulo 5. Medidas Basadas en Filogenias como Argumentos para la Conservación - 163 162 - Metodologías para la Conservación de la Biodiversidad en Chile. Figura 1. Representación de una filogenia o árbol filogenético. Los taxa o nodos terminales (A, B, C y D) representan especies, géneros o cualquier unidad de comparación. Las relaciones entre los taxa se determinan en base a su ancestría común. Por ejemplo, los taxa A y B son grupos hermanos ya que están ubicados a ambos lados de un evento de especiación, representado por el nodo interno 1 y comparten un ancestro común más reciente que con cualquier otro miembro del árbol. Un ancestro cualquiera y todos sus descendientes, representan un clado o grupo monofilético. En este ejemplo se pueden observar tres clados: {A, B, C, D}, con ancestro común en el nodo 3; {B, C, D}, cuyo ancestro común es el nodo interno 2; y {A, B}, cuyo ancestro común es el nodo interno 1. Grupos hermanos Nodo interno Nodo terminal Rama Raíz Taxa 1 2 3 Clados {A, B} {A, B, C} {A, B, C, D} A B C D marco, esta definición hace referencia a la variedad de ecosistemas y a las diferencias genéticas entre y dentro de las especies (CBD 1992). A nivel de especies por ejemplo, el considerar los procesos evolutivos en la evaluación de taxa permite reconocer que no todos ellos son iguales, y que dada la limitante de recursos, los esfuerzos de conservación deberían enfocarse en aquellos taxa que contengan la mayor cantidad de historia evolutiva (Collen et al. 2011). En una filogenia, la cantidad de historia evolutiva puede estimarse a través de los largos de las ramas que sostienen cada taxon y sus ancestros. Una rama larga implica que desde la separación del ancestro común, ese taxon o grupo de taxa (clado), ha experimentado gran cantidad de cambios en un tiempo evolutivo dado. Si es posible asignar tiempo geológico, una rama larga representa una gran cantidad de tiempo. Bajo el mismo criterio, se priorizan para conservación aquellas áreas que en su conjunto alberguen la mayor cantidad posible de historia evolutiva (Faith 1992; Forest et al . 2007). Una de las principales complicaciones que enfrenta la conservación en los tiempos actuales es la incertidumbre acerca de las condiciones, especialmente climáticas, que enfrentarán los objetos de conservación en elmedianoy largoplazo. Los cambios globales se han intensificado en los últimos tiempos con respecto a los registroshistóricos, yseplanteandiversos escenarios posibles de cambio que definen los ambientes potenciales en los cuales deberán desarrollarse las especies y sus ecosistemas (Midgley et al. 2002). En este sentido, surge la necesidad de evaluar taxa y ecosistemas de acuerdo a los atributos que les permitirán enfrentar los cambios futuros, los que tienendirecta relación con la diversidad que esos taxa y ecosistemas han acumulado en el tiempo evolutivo (Faith y Baker 2006; Fisher y Owens 2004; Forest et al . 2007; Pio et al. 2011; Sechrest et al. 2002; Vane-Wright et al. 1991). Es decir, la conservación debiera enfocarse en mantener un rango de taxa que maximice la diversidad de caracteres en un ambiente de cambio (Davies et al . 2008). y estables (Tilman et al. 2006), concepto que ha sido llamado la “hipótesis del seguro”:Mientrasmásdiversounsistema, mayor seguridad provee ante cambios del ambiente, en su mayoría inciertos (Yachi y Loreau 1999). En el contexto actual de presión antrópica y cambios globales, se hace entonces prioritaria la protección de los ambientes naturales que garanticen la sustentabilidad de la diversidad biológica que ellos albergan (Purvis et al. 2005) y con ella, los servicios ecosistémicos que esta diversidad provee (Cardinale et al. 2012; Cardinale et al. 2006). Se han desarrollado por tanto diversas maneras de medir el valor de un ecosistema (De Groot et al. 2002). Las aproximaciones con una visión más integral se han centrado en aspectos como las funciones ecosistémicas, sus bienes y servicios (De Groot et al. 2002; Martinez-Harms y Gajardo 2008), y recientemente la biocomplejidad, que incorpora la interacción de los sistemas y actividades humanas presentes y pasadas en las estrategias de conservación (Callicott et al. 2007). Las aproximaciones de multi-criterio consideran a la riqueza de especies como uno más de los componentes que sirve para evaluar un ecosistema (Martinez-Harms y Gajardo 2008). Tanto a nivel de especies como de ecosistemas, las evaluaciones con fines de conservación presentan diversas dificultades. Si consideramos los más de 2 millones de especies descritas y las muchas aún por describir (Mora et al. 2011; Stork 1993), se carece aún de información importante acerca de la historia natural de muchos taxa, así como también acerca de sus caracteres ecológicamente relevantes, fisiología y taxonomía (Faith 1992; Forest et al. 2007; Pio et al. 2 014). Por otro lado, al hablar de ecosistemas, una de las dificultades es la cuantificación de su valor y la cantidad de información requerida para estas determinaciones. Otro problema es la falta de una escala comparable o marco cuantitativo con el cual evaluar las apreciaciones. Dado que muchas de estas evaluaciones son cualitativas, los resultados y decisiones que se tomen a partir de ellas, dependen de las personas que las realicen, y por tanto áreas comparables en otras partes del planeta pueden evaluarse de diferente manera. Un factor que podría ayudar a homogenizar los criterios a la hora de evaluar, es considerar que los patrones de distribuciónde las especiesysusprocesos e interacciones nopuedendesligarsede la historia evolutiva que los subyace (Faith 1992; Forest et al. 2007; Pio et al. 2011). En este sentido, se acepta que las relaciones de ancestría hacen que las especies más relacionadas evolutivamente compartan ciertas características ecológicas y de historias de vida. Esto sugiere entonces que medidas basadas en historia evolutiva, representada gráficamente por una filogenia (Figura 1), es decir, una representación gráfica de las relaciones evolutivas entre taxa (especies, géneros o cualquier unidad taxonómica de comparación), pueden usarse como sustitutos de la diversidad de caracteres. El considerar el proceso evolutivo en el análisis de la biota responde a la definición de Biodiversidad, acuñada por el Convenio Internacional sobre Diversidad Biológica, que contempla no sólo a la variedad de organismos sobre la Tierra, sino que también incluye a “los patrones naturales que la conforman, resultado de miles de millones de años de evolución” (CBD 1992). En el mismo
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=