Los territorios que habita(re)mos: ¿Qué futuro existe para las zonas de sacrificio?

¿Cómo se aborda esto desde la salud pública? DC: El objetivo de la salud pública es proteger la salud de la población, de un colectivo, es decir, llegar antes que se produzcan los eventos, desde un enfoque de prevención, esperando que se evite el daño; por lo tanto, tratamos de generar evidencia en grupos poblacionales más vulnerables para que la use la autoridad para la toma de decisiones, en cuanto a medidas de intervención en salud pública y gestión ambiental. Las decisiones en salud pública se toman considerando el impacto de una exposición en la población, en términos de incidencia de enferme- dades y prevalencia de los factores de riesgo, y qué tan costo-efectivo es la intervención de estos factores. La ecuación es la regulación ambiental, la cual debe implicar niveles de exposición poblacional basados en evi- dencia científica que protejan a la población, es decir, “tolerables” y/o “seguros”, porque tampoco podemos tener emisión cero. El caso de Puchuncaví no es una situación nueva. Hay estudios publi- cados que datan de 1995 donde ya se evidenciaban efectos la salud de niños por dióxido de azufre, entonces el problema no es nuevo: las au- toridades llegan tarde y la industria no ejerce su rol social porque basta con cumplir las normas. La investigación avanza, y muchos estudios indican que las normativas actuales ya no son suficientes para proteger la salud. No tenemos una cultura preventiva, y prima muchas veces el modelo productivo por so- bre la salud pública, con las consecuencias que tenemos a la vista y que descaradamente llamamos zonas de sacrificio. KY: Lamentablemente, los problemas ambientales son problemas polí- ticos. Una simple decisión política puede determinar muchas cosas en términos de exposición, de emisiones y la salud de las personas. Sí nuestra labor principal es generar evidencia, lo es también traducirla a los tomadores de decisión, porque muchas veces no están familiari- zados con temas de exposición, de dosis, de efectos; por ello debemos entregar las herramientas para que tomen buenas decisiones, ya sean normas de calidad o de emisión, porque una norma de emisión podría andar bien, pero debe quedar bien hecha y basada en evidencia cientí- fica. El proceso que viene después se aleja de nosotros, que es el rol de KARLA YOHANNESSEN Y DANTE CÁCERES .72. POSITION PAPER N°1 / SERIE DESASTRES SOCIONATURALES Académicos e investigadores del Instituto de Salud Poblacional de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.

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