Los territorios que habita(re)mos: ¿Qué futuro existe para las zonas de sacrificio?
sensación muy fuerte de inseguridad e incertidumbre que ha crecido en las últimas semanas al vivir los envenenamientos masivos, los niños, niñas y adolescentes, al igual que los adultos, expresan desesperanza aprendida y naturalización a la vulneración de sus derechos como tam- bién la falsa creencia de que no podemos cambiar esta realidad. Sobre el aspecto biológico, lo más importante desde el género es el im- printing, que tiene que ver con que las mujeres cuando deseamos ser madres, traspasamos toda la carga de metales pesados a los bebés en gestación, y eso genera daños neurológicos, malformaciones congénitas y problemas intelectuales. Esto se está estudiando en Puchuncaví, don- de hay mucha más investigación que en Quintero, en donde jamás se ha estudiado nada. En Quintero, a la fecha, encontramos 492 niños identificados con Tras- torno del Espectro Autista (TEA) sin diagnosticar, y la verdad es que con estos envenenamientos masivos estamos sumamente preocupadas por las secuelas, y porque al no saber qué gases respiraron, es imposible entregarles el tratamiento adecuado. También sentimos impotencia y profunda preocupación porque toda la sintomatología de los niños expresa daño neurológico, el que las auto- ridades del gobierno regional y central han deslegitimado. Es distinto vivir ahí y saber que tal vez en 15, 20 o 30 años vamos a generar alguna enfermedad producto de la contaminación; pero estos envenenamien- tos masivos están causando daño ahora, del que no sabemos sus conse- cuencias futuras y que lamentablemente el gobierno ha negado -a todos esos niños y niñas- el chequeo de su estado de salud de por vida. Es triste también saber, al conversar con esos niños y adolescentes en- venenados, que desde el 22 y 23 de agosto del 2018 siguen sin sentir sus piernas, continúan con las manos o el rostro adormecido y con neural- gias terribles que no mejoran. Es por ello, por este escenario gravísimo, que exigimos respeto, justicia y reparación. Tampoco, obviamente, sabemos hasta hoy cuáles son los metales que están causando estos envenenamientos. Sabemos que el metilclorofor- mo, mercaptano, tolueno y el nitrobenceno son los gases que han es- tado emanando tal vez, de ENAP, Oxiquim, GNL o Gasmar, que son las empresas responsables hasta ahora. Esto nos indigna, porque desde el CAROLINA ORELLANA VIVIR EN UNA ZONA DE SACRIFICIO .39. Habitante de Quintero – Puchuncaví e integrante de la Agrupación de Mujeres en Zonas de Sacrificio.
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