Los territorios que habita(re)mos: ¿Qué futuro existe para las zonas de sacrificio?
los objetos. El mejor modelo de desarrollo es aquel que permite elevar la calidad de vida de las personas, satisfaciendo las necesidades humanas fundamentales (Max Neef, Elizalde y Hopenhayn, 1986). La relación entre salud y calidad de vida de las poblaciones requiere cuestionar –a la luz de la crisis medioambiental actual y de las zonas de sacrificio en particular– los conceptos de desarrollo, de desarrollo sos- tenible y de desarrollo sustentable, desde una mirada decolonial. Todo esto, a pesar de que los planteamientos del pensamiento del desarrollo alternativo y de la ecología social podrían parecer utópicos e irreconci- liables en un modelo de sociedad asentado en determinadas formas de producir, de consumir y de vivir. Entre diversas posturas, es importante abrir un diálogo y buscar puntos de acuerdo, comprendiendo la relevan- cia de la actividad económica, pero la importancia fundamental de la vida de las personas. Por otra parte, los conocimientos sobre la asociación entre contami- nantes ambientales y daños genéticos en poblaciones expuestas son incipientes. Lo que sí se sabe, es que en distintas zonas de sacrificio medioambiental, determinadas patologías son más frecuentes y que los valores en sangre de metales pesados son mayores. Un ejemplo al respecto tiene que ver con los disruptores endocrinos y el efecto que tienen sobre la salud humana. Según una referente en toxicología, “en la última década, la Unión Europea, la OCDE y otros organismos rectores en materia de medio ambiente, salud y economía, han avanzado en la re- gulación de estas sustancias, las que afectan en el mediano y largo plazo la salud de las poblaciones y muy posiblemente afecten a generaciones futuras” (Collazo, 2016). Sin embargo, importantes sociedades de en- docrinología han elaborado comunicados planteando que la regulación europea, votada en 2017, no ha estado a la altura de las circunstancias. En nuestras zonas de sacrificio, aún se desconocen los niveles de expo- sición a estos disruptores, y la escasa sistematización al respecto no es un tema que parezca relevante. Tanto es así, que desde hace varios años las autoridades sanitarias en Chile muestran escasa capacidad de un actuar contundente sobre la temática, aún existiendo evidencia de las altas concentraciones de disruptores en agua y suelos. Encontramos es- fuerzos por relativizar este tipo de evidencias, se argumenta cómo afec- taría una regulación más estricta en las exportaciones chilenas, sobre todo de frutas y verduras, y lo que implicaría en el uso de agrotóxicos, CARLOS GÜIDA PARADIGMAS EN SALUD Y MODELOS DE DESARROLLO SOCIOECONÓMICO: TENSIONES CONCEPTUALES PARA LA COMPRENSIÓN DE LOS DESASTRES SOCIOAMBIENTALES .23. Director Ejecutivo de CITRID. Académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
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