Teoría y práctica del diseño urbano para la reflexión de la ciudad contemporánea
56 Teoría y Práctica del Diseño Urbano la forma y la capacidad de los espacios se adecuan al patrón de los comportamientos humanos. Asimismo, hace referencia al sentido mediante el cual los usuarios se pueden percibir y estructurar claramente los lugares, en el tiempo y en el espacio. En esta misma línea, la dimensión perceptual, objetivando y racionalizando en el campo urbano, configura el significado de la forma urbana desde su entendimiento como también desde su percepción y, por tanto, en estrecha relación con el comportamiento y reacción social (Cullen, 1974; Bentley, 1999; De Castro, 2007). Paralelamente, los vínculos existentes en- tre el espacio urbano y el conjunto de sistemas perceptivos (orientación, audición, visión, tacto, olfato y memoria) (Hall, 1966; Ekambi-Schmidt, 1974), son tratados como parte de la metodología de análisis (Bailly, 1979). Estos planteamien- tos se sustentan en los estudios previos que Lynch y otros autores proponen sobre la base de la experiencia pers- pectiva del sujeto en los entornos urbanos. El trabajo de Bailly (1979) además integra de forma transversal la varia- ble psicológica, en tanto comportamiento del individuo y de la sociedad en el espacio urbano y proporcionando un sentido de lugar y pertenencia. La tercera corriente, sustentada en el interés filosófico por el entendimiento de diversas manifestaciones y dimensiones (como espacio, entorno, lugar, ambiente, paisaje, etc.), es pa- ralela al espectacular aumento del esfuerzo que se observa en múltiples disciplinas científicas y técnicas para la resolución de los problemas ambientales, y, por supuesto, no es ajeno a la creciente preocupación social sobre el presente y el fu- turo de nuestro habitar (Carmona, 2003; Ordeig, 2004; Francis, 2003; Gehl, 2006). La comprensión de un medioambiente ur- bano habitable conduce a una ciudad en donde cada persona pueda vivir en comodidad relativa y posea un cierto grado de pertenencia, un lugar donde pueden romper los moldes tradicionales, ampliar su experiencia y divertirse. Asimismo, se persigue incentivar la participación de sus ciudadanos en vida de la comunidad y en la vida pública y tender cada vez más a ser independientes económicamente, en la utilización de la energía y de otros recursos escasos. (Jacobs y Appleyard, 1987; Tibbalds, 1988). En este sentido, el proceso de análisis, diagnóstico, evaluación y práctica, evidencia que varios autores desde diferentes ám-
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