Teoría y práctica del diseño urbano para la reflexión de la ciudad contemporánea

35 Metodologías y marco de acción del diseño urbano Diseño cívico: lo urbano desde las bases de la sociedad trar funciones y relaciones que la hizo adquirir un peso específico propio dentro de la estructura urbana (concepto de centralidad). La ciudad avanzaba sobre su periferia pero, lejos de culturizarla, fue creando un tejido urbano cual metáfora de su barbarie, rasgo com- pletamente moderno. En este aspecto ciudad y peri- feria coincidirán en ser la expresión de la abstracción racional capitalista”. Desde entonces, extensión más que densificación urbana ha sido la principal política para enfrentar el crecimiento de San- tiago y, mayor aún, promovido con programas de renovación urbana del Estado en el centro de la ciudad y programas de vivienda social desarrollados principalmente en su periferia y en casi todas la direcciones de la ciudad (Rocha et al ., 2001, 2005; Daher, 1991).El cambio físico y social del Gran Santiago genera- do por nuevas expresiones de vivienda (en especial, en altura), las cuales están reemplazando gran parte de la vivienda origi- nal (principalmente de fachada continua y en uno a dos pisos), cambiando además el perfil socio-cultural de los residentes originarios de barrios históricos y su paisaje urbano, como ex- presión visible (Inzulza, 2012; De Mattos et al ., 2005). Conclusiones Plantearse el desafío de hacer buen diseño urbano implica recobrar el concepto de diseño cívico, el cual nos evoca expre- siones como la “belleza de la ciudad” y el arte cívico como su concepto antecesor que nos habla de “la buena manera de ha- cer ciudad”, implicando con ello, la intervención armónica de componer arquitectura, espacios públicos, monumentos y ele- mentos de paisaje urbano y natural; y todo ello, para los habi- tantes. Entendiendo entonces que diseñar la ciudad es con la “ciudadanía” y la incorporación de su historia activa, podemos concertar que el diseño urbano se nutre del arte y la civilidad , visión que fue aplicada en las ciudades de antaño, en donde encargos a urbanistas como Haussmann para planear París por parte de Napoleón III en el siglo XIX, eran prioritarios. Este esfuerzo implicaba entender la ciudad a cabalidad, como lo señala Adshead (1910) en su pionera revista sobre diseño cívico. Solo de esta forma, se puede exigir el “buen diseño de la ciudad”, pero ya no solo centrados en el ámbito de la arquitec- tura, el paisajismo o el mobiliario urbano como normalmente

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