Teoría y práctica del diseño urbano para la reflexión de la ciudad contemporánea

115 Práctica y escalas de paisaje del diseño urbano Una nueva mirada del borde costero rencia del Estado y su complicidad pareciera explicarse solo por el escaso rédito electoral que puede tener preocuparse de los temas de ciudad, a sabiendas que las soluciones de sus grandes problemas son habitualmente de largo aliento, y ex- ceden en mucho los periodos legislativos de estos. Por su lado, los actores privados no ven la ciudad como un bien, sino más bien, como un recurso legítimamente explotable, y no parece sensato responsabilizar a los actores privados de no entender la ciudad de otra manera. Y los arquitectos y urbanistas en su fuero individual seríamos tan o más responsables que los an- teriores, ya que en nuestro oficio estriba la autoría de todas y cada una de las obras que destruyen o enriquecen la ciudad. En efecto, actualmente no hay convergencia ninguna en el ac- tuar sobre la ciudad. Todos los actores, sin excepción, llevan adelante sus propios proyectos de ciudad, entiéndase: los mu- nicipios por un lado, los ministerios con su cartera de proyec- tos por otro y los privados y las comunidades por otro. Aun cuando existen instrumentos como los planes reguladores, estos parecieran estar obsoletos frente a la realidad del mode- lo de mercado y no representan una herramienta de planifi- cación urbana efectiva e integradora. Claramente los planes reguladores están muy lejos de ser instrumentos de gestión de la calidad y del diseño urbano. Asumiendo lo anterior, el pronóstico de la ciudad parece sombrío, ya que la inercia del actual modelo de crecimiento parece justificarlo todo y sobre- ponerse a la evidencia de los problemas que se denuncian. El diseño urbano, una respuesta para la resiliencia Aun cuando todo indique que el diseño urbano es un ejerci- cio difícil de practicar bajo el actual modelo de desarrollo de nuestras ciudades, sorprende constatar que es precisamente el diseño urbano la herramienta que finalmente se emplea para responder a las situaciones de crisis de las ciudades. Lo ocurrido el 27 de febrero del año 2010, con el megasismo y posterior maremoto que afectaron especialmente las costas de la zona centro sur del país, es una demostración de ello. Esta catástrofe natural dejó a su paso una devastación nunca antes vista, especialmente en las ciudades costeras. En efecto, el terremoto destruyó miles de edificaciones, pero el tsunami que acompañó a este sismo fue más allá y destruyó ciudades, borrando en algunos casos el tejido urbano, que en el pasado diera forma a un paisaje edificado.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=