Género y Políticas Públicas: una mirada necesaria de la vejez

ría de las personas piensan que la vejez es deterioro, es soledad, es aislamiento, es desvinculación, y un montón de cuestiones negati- vas”. Esto negativo que produce la sociedad sobre la vejez genera a su vez rechazo y miedo a esta etapa. Miedo a toda esa negatividad, a la dependencia, a la muerte, al rechazo, a la falta de reconoci- miento, y también miedo a la muerte social. Es por ello que uno de los desafíos a trabajar cuando hablamos de este tema es la deconstrucción del miedo, pregunta que nos lle- va también al cuestionamiento respecto de los sentidos que tiene la vejez en nuestra sociedad. ¿Cómo queremos ser viejos?, ¿cómo acomodamos y construimos nuestro propio envejecimiento? Ahora, ¿cómo se trabaja esto? Se trabaja desde la educación y la salud, dos áreas donde ningún gobierno —salvo contadas excepcio- nes en el mundo— dedican los presupuestos adecuados. Esto nos lleva a ciertas perspectivas económico políticas sobre el envejeci- miento que producen distopías terroríficas, o sea, construcciones de sentido producidas en la actualidad sobre un futuro cercano o más a mediano o largo plazo asociadas a la inversión de recursos desde la perspectiva del gasto, visiones que encontramos incluso en productos culturales como la película Soylent Verde –donde a todos los viejos los invitaban a un viaje convocado por un reco- nocimiento social, pero donde los sedaban y los convertían en la comida para el resto de la sociedad- o el libro Diario de la guerra del cerdo , de Adolfo Bioy Casares. Es así como las distopías pronostican un futuro ficcionado, por lo general terrible, pero que también cumple con una cuota de pre- monición. De alguna manera, el discurso catastrófico en relación al envejecimiento demográfico construye la posibilidad de un tipo de política de la resignación que sigue sosteniendo el lema de “sálvese quien pueda”, porque se plantea que no habrá sistema de segu- ridad que aguante el crecimiento del envejecimiento poblacional. Hay otra forma de pensar el futuro: la utopía. Desde ese lugar es posible un discurso para construir una realidad que supere la injus- ticia y la inequidad. ¿Qué vida queremos?, ¿qué mundo queremos? La imaginación no tiene límites y nos permite construir un espacio tiempo que habilite la vida para todos. Es por ello que la utopía se puede asociar a la producción del conocimiento. Sabemos que las disciplinas son una ficción que recorta una vi- sión y una forma de abordaje de la realidad, mecanismo que según GÉNERO Y POLÍTICAS PÚBLICAS: UNA MIRADA NECESARIA DE LA VEJEZ 78 79

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