Silvicultura en bosques nativos: experiencias en silvicultura y restauración en Chile, Argentina y el oeste de Estados Unidos
30 — Silvicultura en Bosques Nativos diferentes rodales se debe tener en cuenta la meto- dología llevada a cabo para definir el claro y para estimar sus principales características, tales como el tamaño y forma (Lima 2005). Por lo tanto, para que los tamaños de los claros de dosel sean comparables se debería tener claridad en: 1) la definición y 2) el método de cuantificación de tamaño y forma, aspectos en los que todavía hay discrepancia, aunque existe un documento con directrices y protocolos de muestreo (Runkle 1992). También existen cuestionamientos entre el lími- te en superficie mínima y máxima de un claro, para que éste siga siendo considerado como tal. Por un lado, originalmente, los claros fueron usados para describir pequeñas aberturas del dosel arbóreo, debido a la muerte de ramas o unos pocos árboles (Runkle 1981). Sin embargo, aberturas de dosel muy pequeñas (i. e. < 5 m 2 ) no deberían ser consideradas claros (Runkle 1981), pues no existe una gran va- riación entre las situaciones de claro respecto a las bajo de dosel. Por otro lado, Schliemann y Bockheim (2011) argumentan que el tamaño máximo de un cla- ro debiese ser de 1.000 m 2 . Este límite se debe a que superficies de claros más grandes difieren respecto a los más chicos, especialmente en lo que respecta a la sombra y la protección de los árboles del borde del claro, las condiciones microclimáticas y el con- tenido de humedad en el suelo. Sin embargo, a nivel mundial se han reportado claros de dosel que van desde 3 hasta más de 5.000 m 2 en superficie (Runkle 1982, Schliemann y Bockheim 2011). Estas cifras no difieren mucho de lo registrado en bosques de Chile y Argentina, en los que se ha reportado tamaños de claros que van desde 6 hasta 1.476 m 2 , y de claros de dosel expandidos entre 55 y 3.462 m 2 (cuadro 2.1). No obstante, en estos bosques, generalmente se ha considerado una superficie mínima entre 15 y 25 m 2 para que la abertura de dosel sea considerada claro (Veblen 1985, Veblen 1989, Rebertus y Veblen 1993, Promis 2009, González et al . 2015). Figura 2.3 Representación gráfica de un claro de dosel medido con diferentes metodologías: a) Runkle (1981, 1982), b) Brokaw (1982a), c) van der Meer y Bongers (1996) y d) Bustos (2013) (Fuente: Bustos 2013).
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