Silvicultura en bosques nativos: experiencias en silvicultura y restauración en Chile, Argentina y el oeste de Estados Unidos
Capítulo 7. Caracterización espacial de bosques de segundo crecimiento de Drimys winteri en Chile — 137 ciencia forestal del siglo XX simplificó los bosques para producir madera a nivel de rodal, en el siglo XXI ésta se definirá a través del entendimiento y manejo de la complejidad, proveyendo un amplio rango de bienes y servicios, considerándolo a nivel de paisaje. Este cambio ha ido asociado a las visiones más eco- sistémicas. El manejo ecosistémico se define según Overbay (1992), como el cuidadoso y habilidoso uso de principios ecológicos, económicos, sociales y de gestión en el manejo de ecosistemas para producir, restaurar o sostener la integridad ecosistémica y las condiciones, usos, productos valores y servicios de- seados en el largo plazo. Este tipo de manejo difiere del manejo tradicional, incluyendo aquel basado en el concepto de uso múltiple, que considera los componentes bióticos como abióticos del ambiente y sus interacciones con el paisaje, así como incor- pora componentes culturales sustanciales. Implica una aproximación holística e interdisciplinaria para mantener la diversidad natural y la productividad a nivel de paisaje, así como las culturas locales (Szaro et al. 1998, Lackey 1998). A este modelo de manejo hay que aspirar, y para ello deben confluir las cien- cias forestales, biológicas, económicas y sociales, además de los actores e instituciones relevantes que son afectados por las actividades de manejo de bosques y ecosistemas forestales en general. En resumen, el manejo forestal ecosistémico correspon- de al manejo de recursos forestales a varias escalas (pero bien definidas), y con la mejor información ambiental y social disponible, con la finalidad de satisfacer las necesidades humanas en ecosistemas forestales dentro de un período de tiempo determi- nado (Donoso et al . 2014). En este contexto la ordenación forestal contribu- ye a avanzar hacia la etapa de MFS ( sensu Kimmins 1997), entendiendo este concepto como el proceso de planificación y organización de la gestión forestal y de la economía de los recursos forestales, vale de- cir de la toma decisiones relativas al futuro de los bosques en función de los objetivos a alcanzar, las necesidades que se espera satisfacer y los métodos utilizados en su puesta en práctica. Para ello un re- quisito básico es la determinación de la magnitud de extracción, que debe ser igual omenor a la capacidad productiva del recurso forestal (Cruz et al. 2005). Es fundamental entonces estratificar o rodalizar el bos- que, donde el área es dividida considerando la simi- litud de las características que presenta en cuanto a componentes de fertilidad, energía, disponibilidad hídrica, productividad, elementos de estructura y estado sanitario. Se debe buscar el establecimiento de unidades proyectables a largo plazo, a las cuales es asignable un sistema silvicultural viable social, cultural, ambiental y económicamente. Aguiló (1998) establece que la definición de uni- dades homogéneas o unidades de gestión silvícola parte de la premisa que en todo territorio pueden distinguirse regiones naturales que tienen su ori- gen en procesos climáticos y tectónicos. A partir de ellos y sobre particulares condiciones geomorfoló- gicas y edáficas, se producirán paisajes diferentes. Al respecto, Gayoso y Muñoz (2000) indican que, para determinar áreas homogéneas en cualquier proyecto asociado a la ordenación del territorio, es necesario definir unidades de análisis que tengan cierta homogeneidad física (respecto de su geo- morfología, topografía, suelos, exposición, altitud, pluviometría, características del paisaje), económica (recursos, uso actual y potencial), y social (densidad poblacional, ruralidad, área de influencia, perte- nencia administrativa). Respecto a la delimitación de estas zonas se deben considerar y evaluar las limitaciones y potencialidades del sitio, que deben centrarse especialmente en las propiedades físicas y químicas del suelo (Schlatter et al . 1998, Toro 2003, Roel y Terra 2006, Ortega 2007), el clima (Gerding y Schlatter 1995, Schlatter y Gerding 1995, Flores y Lee 2004) y las variaciones fisiográficas (Toro 2003, Roel y Terra 2006). El concepto de sitio, es definido por Skovsgaard y Vanclay (2008) como una localización geográfica que es considerada homogénea en términos de su entorno físico y biológico. Para propósitos de ges- tión el sitio se clasifica de acuerdo a su similitud en relación con el clima, topografía, suelo y vege- tación, incluyendo la estratificación ecológica para optimizar la estimación de la productividad del
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