Silvicultura en bosques nativos: experiencias en silvicultura y restauración en Chile, Argentina y el oeste de Estados Unidos
120 — Silvicultura en bosques nativos Nothofagus dombeyi (Mirb.) Oerst. (coihue), formando bosques mixtos, mientras que por debajo de ese rango, forma rodales puros, siendo la especie ar- bórea que más ingresa en el ecotono bosque-estepa (Veblen 1989). Los bosques de A. chilensis se distribuyen en for- ma fragmentada en el territorio, con algunas zonas de macizos extensos y otras donde la especie está recluida a pequeñas superficies o incluso ausente. Ello se debería a la incidencia que los incendios an- trópicos han tenido sobre su distribución, en espe- cial los producidos entre fines del siglo XIX y princi- pios del siglo XX (Willis 1914, Veblen y Lorenz 1987, Kitzberger y Veblen 1999, Veblen et al. 1999). Esta especie no presenta adaptaciones al fuego y como su corteza es delgada, es muy afectada por incendios severos. Sin embargo, su capacidad de crecer en zonas rocosas, donde los fuegos pierden intensidad por el escaso combustible, le ha permi- tido encontrar refugios que posteriormente resulta- ron fuente de semillas para la recolonización de las áreas quemadas (Kitzberger y Veblen 1999, Veblen et al. 2003). Esta característica puede haberle conferido a A. chilensis una ventaja comparativa frente al N. dombeyi en sitios donde ésta última también podría desarrollarse, permitiendo a A. chilensis dominar los rodales en el proceso de recolonización. En sitios hú- medos, más al oeste y en cañadones, donde la mayor humedad ambiente también pudo haber reducido la intensidad del fuego, N. dombeyi encontró refugios, a partir de los cuales inició su recolonización (Veblen y Lorenz 1987, Kitzberger y Veblen 1999). Estructura y dinámica natural Los bosques de A. chilensis han estado sometidos a distintos regímenes de perturbaciones como sismos, viento y herbivoría, pero ha sido el fuego el disturbio más importante (Veblen et al. 1992, Kitzberger 1994). La distribución natural y las estructuras actuales de los bosques de A. chilensis están determinadas por el efecto de incendios naturales y antrópicos como se mencionó anteriormente, principalmente los produ- cidos por colonos europeos entre fines del siglo XIX y principios del XX (Willis 1914, Veblen y Lorenz 1987, Kitzberger 1994, Defossé et al. 2015). Si bien es una especie longeva, de la cual se tienen registros de hasta 400 y 1.000 años de edad (LaMarche et al. 1979, Villalba 1995), predominan rodales con edades que no superan 100-150 años, cuya renovación se inició luego de los grandes incendios de los colonos (Veblen y Lorenz 1987, Kitzberger 1994, Loguercio 1997). Los rodales sanos y sin intervenciones se en- cuentran, en general, en fase de exclusión de fustes ( sensu Oliver y Larson 1996), sin haber llegado aún a la etapa madura en la que se activan los procesos de renovación. Las condiciones de sitio tienen un importante efecto en el establecimiento y desarrollo de plantas de regeneración natural postfuego, lo que ha influi- do sobre la estructura de los rodales dominados por A. chilensis (Veblen y Lorenz 1987, Kitzberger 1994, Loguercio 1997, Veblen y Lorenz 1998). En ambientes con mayor precipitación (superior a 900 mm/año), después de la acción del fuego se formaron estruc- turas regulares, desarrolladas a partir de cohortes establecidas en un período de entre 5 y 25 años, que se puede haber prolongado hasta por 60 años (figura 6.2 A, B y C), luego de lo cual el reclutamiento de plantas de regeneración se interrumpió cuando el dosel se cerró completamente. En la etapa de exclusión del crecimiento ( sensu Oliver y Larson 1996), esta estructura, con una distribución del número de árboles por clase dia- métrica propia de bosques coetáneos, presenta en su primera etapa de diferenciación de tamaños una forma exponencial negativa (figura 6.2 D). Con el tiempo, por la mortalidad de individuos del estrato inferior (intermedios y suprimidos) por efecto de la competencia, la forma evoluciona hacia la típica forma de campana (figura 6.2 E y F). A medida que pasan los años, disminuye el número de plantas por auto-raleo (figura 6.2 F). En sitios más secos, con precipitación inferior a 800 mm/año o suelos arenosos, predominan estruc- turas disetáneas (estratificadas), con más de dos cla- ses de edad (figura 6.3 A). Estas estructuras, también desarrolladas después de incendios, se forman por
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=