Chile: Glosario Ilustrado del Malestar

100 cir, todos nosotros. El llamado neoliberalismo produce, sobre todo, efectos de sujeto(s): determina modos de ser, de vivir, de actuar, de relacionarnos unos con otros; donde la condi- ción inconsciente – por lo tanto, no sabida del todo – de esa vida, resulta del hecho que nos compramos una promesa que pretende cubrirlo todo a partir de la nada que es el resultado que provoca en nosotros, sujetos que nos encontramos sujetos a esta trampa astuta. Mucho se dice y se escribe hoy en día sobre esta expresión fría y mercantil: Neoliberalismo . La crítica política la denun- cia como emblema de una voluntad anonadante. Sin embar- go, curiosa paradoja, la derecha conservadora o “liberal”, sus supuestos portavoces – de esa política dura y aparentemente nueva – no necesitan enarbolarla ideológicamente. Basta con ejercerla de hecho. ¿Se ha escuchado alguna vez a un empre- sario, a un defensor de la libre empresa o de la economía de mercado, hablar de… neoliberalismo ? Por supuesto que no. Buena parte del efecto discursivo que produce, sobre todo en quienes queremos erradicarla como un mal sueño, es que ter- minamos hablando de ella siendo que es todo y nada; porque el significante aquí no significa nada, golpeándonos contra los muros de las palabras que alguna vez dijeron algo -nuevas co- sas, buenas libertades. ¿Antídoto frente a este veneno, a este totalitarismo soft ? Al menos, decir mejor las cosas. Decantar lo esencial a costa de lo superfluo. Lo esencial es simple y brutal: la oferta neoliberal mata lo público, a expensas de lo privado. Vuelve lo privado, lo íntimo, un asunto social en la colectivización de una ilusión: el porvenir de una ilusión, diría Freud, que es nuestro presente. Transforma el interés público en la suma de intereses muertos, en su estrecha vida privada. Novedad + libertad = 0. Peor aún: -1. Neoliberalismo una vez más

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