Producción y comercialización de hortalizas en la Región de Aysén

Serie Ciencias Agronómicas N°31, 2019. 2 responsable con el medioambiente, con los trabajadores y los consumidores?, ¿Cuáles son los mecanismos y estrategias que debiese el estado proyectar para las siguientes décadas? ¿Qué sucederá con los pequeños productores de hortalizas y otras materias primas agrícolas?, es decir aquellos con un máximo de hasta 12 hectáreas productivas, los que representan a cerca del 60% de la producción agrícola del país y que dan trabajo (permanente y ocasional) a una gran parte de la población. Según el estudio “Diagnóstico y estrategia de desarrollo para el sector hortícola chileno” (Schwartz et al., 2013), el sector hortícola del país se caracteriza por la gran diversidad de especies cultivadas, principalmente maíz dulce (choclo), tomate, lechuga, cebolla y zapallo y por un universo del orden de 100 mil productores, en una superficie cercana a las 80 mil hectáreas. Parte de la producción de estos cultivos se destina al procesamiento agroindustrial, como hortalizas congeladas, en conserva, deshidratadas, jugo, pasta y salsas, entre otros formatos, que en su mayoría se destinan a exportación. En términos de su perfil productivo regional, el 85% de la superficie se concentra entre las regiones de Coquimbo y del Maule, ubicándose un tercio en la Región Metropolitana. Respecto a los productores, el estudio consigna que el 75% de ellos se inserta en las categorías de Subsistencia, Pequeño y Mediano Empresario. El sector hortícola representa un punto crítico de la cadena productiva agroalimentaria del país y, a la vez, se constituye como un agronegocio de gran potencial, en términos de sus posibilidades de agregación de valor y expansión hacia mercados internacionales. Pese a ello, hay una serie de limitantes que han impedido un mayor dinamismo. Entre las más relevantes se mencionan la inexistencia de una presencia gremial fuerte que canalice necesidades sectoriales y promueva la unión entre agricultores y la producción inocua y de calidad; carencia de control en las hortalizas que van a ferias libres; y el escaso desarrollo de productos procesados. Otras condicionantes negativas están en la naturaleza informal de la producción primaria, con limitada aplicación de tecnologías de alto rendimiento, y en su mayoría desarrollada por agricultores sin cultura empresarial, que actúan como agentes pasivos en la comercialización de sus productos. La trazabilidad e inocuidad de los productos aparece como uno de los temas más débiles del sector, de acuerdo a lo establecido por el estudio. Se plantea que para fortalecerlas es indispensable realizar actividades que tiendan a establecer múltiples puntos de monitoreo en la cadena de comercialización;

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