Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento

Inter/Multi/Transdisciplinariedad: Algunas reflexiones desde la Arqueología - 47 cimientos con las que podemos generar perspectivas transdisciplinares. Lo anterior parece ser resultado de las herencias coloniales que acarreamos des- de el origen mismo de la antropología y las ciencias sociales en general. No obstante lo anterior, también debemos recordar que antes argumentamos que son justamente los profundos desarrollos teóricos, conceptuales y metodológicos de las disciplinas sociales los que permiten aportar, desde una perspectiva disciplinar, a la compren- sión más profunda e inter/multidisciplinaria de un fenómeno. Por lo tanto, a mi juicio el desarrollo de las ciencias sociales es importante para la comprensión de los fenómenos sociales. ¿Cuál es, pues, el estatus de los saberes tradicionales en este con- texto? Existen numerosos ejemplos en otras disciplinas, incluyendo la agronomía, la ecología y la medicina, de aportes fundamentales realizados por saberes tradiciona- les a la investigación científica desde una perspectiva “colaborativa”. El punto es que, más que “colaborativa” —como solemos llamarla quizás aún impregnados de un ligero aire colonial—, se trata en algunos casos de experiencias verdaderamente inter/multidisciplinarias según la definición de esta práctica que hemos usado en estas páginas, o incluso transdisciplinarias si entendemos por esta última trascender las fronteras de la academia en la comprensión de un fenómeno. En ciencias sociales las experiencias transdisciplinarias en este sentido parecen ser aún poco frecuentes, a excepción por supuesto de notables excepciones. Pero intuyo que uno de los aportes más significativos que pudiera derivarse de una experiencia de ese tipo sería discutir sobre fenómenos sociales desde ontologías profundamente distintas, lo que por cierto nos debiera llevar a observar aspectos de la realidad o relaciones entre fenómenos que hasta ahora no habíamos sido capaces de percibir. Pero, al mismo tiempo, la realización de una práctica transdisciplinaria en este últi- mo sentido tendría a su vez el efecto de descentrar y desuniversalizar la “ontología occidental”, pudiendo incluso llegar a promover los valores de la tolerancia cultural y el reconocimiento de la coexistencia de distintas formas tradicionales de vivir y ver el mundo, todas con el mismo derecho de tomar decisiones que afecten el futuro de sus sociedades y del entorno. En este punto parece radicar un interesante aporte de perspectivas transdisciplinarias que posiblemente no hemos discutido aún con la profundidad necesaria. Independiente de la manera en la que estemos pensando la trascendencia de los límites disciplinares —sea como el diálogo inter/multidisciplinario de sabe- res académicos para comprender fenómenos complejos de la realidad, o como el diálogo transdisciplinario de saberes académicos y no académicos como forma de perspectivizar la diversidad de posiciones ontológicas—, uno de los desafíos impor- tantes a futuro es cómo pensamos la institucionalidad académica y de investigación de nuestro país desde la perspectiva inter/multi/transdisciplinaria. Ya no se trata solamente de discutir en qué instancias de la formación universitaria introducimos

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