Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento

46 – Producción interdisciplinaria medida, Italia. Pero estos fundamentos comunes han dado paso a tradiciones disci- plinares particulares en diversos países o regiones geopolíticas del mundo, en algu- nos casos incluso incorporando aportes importantes de pensadores/as con orígenes distintos a los que nutren los programas académicos de nuestras carreras en general. En la medida que estas tradiciones disciplinares comienzan a divergir y a profun- dizarse, al entrar en diálogo pueden potencialmente tener el mismo efecto cataliza- dor de una experiencia verdaderamente inter/multidisciplinaria. Paradójicamente, sin embargo, la propia sociología de las comunidades académicas ha desincentivado hasta ahora este tipo de encuentros entre tradiciones disciplinares. En estricto rigor, muchos de nosotros tenemos proyectos de investigación internacionales o parti- cipamos de congresos internacionales en los que interactuamos directamente con colegas de otras nacionalidades y tradiciones. Pero, ¿cuáles son las tradiciones disci- plinares con las que interactuamos? La verdad es que no tengo datos cuantitativos a mi alcance, pero intuyo que entre el 95 por ciento y el 100 por ciento de estas interac- ciones, al menos dentro de nuestra Facultad, se dan con colegas de Latinoamérica, Norteamérica y Europa (y de preferencia la Europa Atlántica o Mediterránea). Desde la idea que estoy tratando de promover, la “experiencia inter/multi- disciplinaria” de estos encuentros entre tradiciones disciplinares no es demasiado profunda, pues las regiones del mundo o los países que entran en diálogo en estas instancias son demasiado afines en términos de desarrollo conceptual, teórico y me- todológico. Pero esta afinidad se va perdiendo en la medida de que interactuamos con académicos de países menos cercanos culturalmente al nuestro. En este sentido, cabe preguntarse por qué en nuestra facultad hay tan pocos proyectos de investiga- ción conjuntos con colegas de África o Asia, por ejemplo (¡si es el que los hay!). No tengo dudas de que las interacciones con tradiciones disciplinares en Japón, India, China e incluso Rusia, solo por nombrar países con una institucionalidad científica consolidada, constituirían experiencias más enriquecedoras para nosotros y posi- blemente de una comprensión más profunda de los objetos de conocimiento que nos interesan, que las que logramos a partir de nuestras interacciones con colegas americanos y de la Europa occidental. Incluso cabe llevar la reflexión un paso más allá: ¿Qué pasa con los saberes loca- les no académicos? ¿Cuál es su lugar dentro de una perspectiva o experiencia inter/ multidisciplinaria? ¿Será posible que a partir de estas experiencias de diálogo e in- teracción generemos perspectivas verdaderamente “transdisciplinares”? Este es un tema complejo que no puedo abordar sistemáticamente ni agotarlo en estas breves reflexiones. Pero vale la pena visibilizar esta temática, pues por lo general los sabe- res expertos de las comunidades locales han sido relegados al estatus de objeto de estudio u objeto de conocimiento por las ciencias sociales, y en particular la antro- pología. Pero rara vez han sido consideradas como verdaderas tradiciones de cono-

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