Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento
Comentarios del Público - 177 manera en nuestro trabajo académico las disciplinas, el trabajo interdisciplinario va siendo un conjunto que va permitiendo avanzar en el desarrollo de nuevo conoci- miento y en la forma de aplicación de ese nuevo conocimiento. Por eso es que toqué el tema de la educación. Ese es el tema de mayor complejidad en el país. El profesor Chávez mencionaba que se han adjudicado veinte proyectos Fondap para centros de excelencia, de los cuales solo hay dos en Educación, los que en su oportunidad recibieron la mitad de los recursos que los demás. Eso habla del interés del Estado por la investigación disciplinar e interdisciplinar de excelencia en el tema país más estratégico y complejo. Es por eso que cuando el tema se presenta a la realidad y hay que tomar decisiones al respecto, es donde tenemos que ser capaces de compatibili- zar los intereses de los distintos grupos, por muy bien intencionados que sean, con los intereses de la ciudadanía que nos permite el privilegio de estar en la universidad. A la ciudadanía, finalmente, no le interesa si la educación en la Chile es una facultad, es un programa, es un centro, es lo que sea. Lo que le interesa es ver a la Universidad de Chile volcada, entera, con todas sus disciplinas resolviendo el problema de la educación parvularia, básica, media y universitaria en el país y no somos capaces de ponernos de acuerdo en cómo lo vamos a resolver internamente. En alusión a mis comentarios sobre la falta de una Facultad de Educación en la Universidad de Chile, el profesor Atria dijo que recientemente, y en su reemplazo, estaba en curso un Programa Interfacultades de Educación. Personalmente creo que esta opción es una falta de respeto para con la disciplina, para con lo que ella repre- senta para la historia y misión de la universidad y para con lo que el país espera de ella en ese campo. Los académicos de ingeniería no entenderíamos —la ciudadanía tampoco— ni aceptaríamos que para el cultivo y difusión de nuestras disciplinas, la universidad nos dijera que habrá un Programa Interfacultades de Ingeniería, o que a él le dijeran que en lugar de una facultad habrá un Programa Interfacultades de Ciencias Sociales, o que a los médicos se les diga que habrá un Programa In- terfacultades de Medicina. Cada una de esas grandes áreas del conocimiento se al- berga, desarrolla e identifica con una facultad disciplinaria. Inentendible, entonces, que la Educación, históricamente una de las grandes disciplinas del conocimiento universal —con lo estratégico que resulta ser para el desarrollo integral del país y para el cumplimiento de la misión institucional de la Universidad de Chile—, tenga que cultivarse, difundirse y albergarse de manera dispersa y al alero, voluntad e in- tereses de otras disciplinas y facultades. La pregunta que debemos responderle a la ciudadanía y a nuestra comunidad universitaria es cómo la universidad pública más emblemática del país llegó a esa solución de tener un Programa Interfacultades de Educación. Si con evidencia robusta se demuestra que ello fue el resultado del mejor diseño académicamente pensado, bien para la universidad y para la Educación. Si, por el contrario, el Programa Interfacultades de Educación es a lo que se pudo llegar
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