Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento
Iniciativa Bicentenario Juan Gómez Millas - 121 capaces de organizar coloquios, traer profesores visitantes internacionales y organi- zar eventos que convocaron a un público más amplio que el académico; es el caso por ejemplo de un núcleo sobre malestar, donde había gente de la Facultad de Cien- cias Sociales, de Artes, de Comunicaciones. En otros casos los resultados permitie- ron la producción de artículos y libros. Entre los proyectos de creación, algunos de ellos, el de la Comisión Ortúzar por ejemplo, que llevó adelante un proceso muy interesante en el que se juntaron distintos creadores que trabajaron sobre la Cons- titución del 80 e hicieron varias intervenciones en distintos puntos de la ciudad, o sea salieron fuera de los espacios donde tradicionalmente se hace teatro, moviéndose y difundiendo los resultados de su trabajo de una manera diferente a como suele hacerse dentro de nuestras universidades. Las bases iban acompañadas de un formulario extenso y con muchos detalles, lo que en un primer momento no fue bien recibido por los investigadores y creado- res. En dicho formulario, además del nombre del núcleo, los directores responsable y alterno, había que precisar, nombres y unidades a las que pertenecían todos los integrantes del núcleo, incluidos los investigadores de otras universidades estatales así como las actividades que realizarían; los compromisos de productividad, el plan de continuidad del núcleo y la difusión del proyecto. Toda esta información acom- pañaba al proyecto. Una vez recepcionados los formularios con los proyectos se juntaba la comisión donde estaban los directores de investigación de las Facultades e Institutos, más el director de Investigación y Creación de la Vicerrectoría de la universidad para hacer la revisión secretarial del cumplimiento de todo lo que exigían las bases y el formu- lario. Una vez que se habían revisado esos proyectos y habían quedado fuera aquellos que no cumplían con los requisitos, la comisión definía, en función de los temas, mandarlos a determinados pares evaluadores que eran externos a la Universidad de Chile (esto dado que nuestras comunidades de investigadores son pequeñas y todos nos conocemos y evitar así conflictos de interés). Las tres evaluadores externos, recibían los proyectos sin nombres y sin el curri- culum de los integrantes del núcleo. Los pares evaluaban con una tabla elaborada por la comisión de directores de investigación cuyos criterios eran la pertinencia del proyecto, donde el énfasis estaba puesto en la interdisciplina y en el interés públi- co del proyecto. Un segundo criterio era la relevancia considerando la teorización, innovación o ruptura con los saberes acumulados y establecidos, nuevas formas ar- tísticas, etc. Un tercer criterio era la coherencia entre objetivos, metodología y la viabilidad, —la evaluación clásica de los proyectos de investigación—. Otro criterio era la proyección al medio social donde se evaluaba la visibilidad comunicacional, la posibilidad de replicar y el impacto social; y por último la proyección académica en el tiempo (continuidad del núcleo). Esa era la parte cuantitativa de evaluación, con
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