Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento
110 – Producción interdisciplinaria por supuesto, una lectura que hacemos hoy y desde nuestro horizonte temporal y cultural. La verdad es que a un Kepler, por ejemplo, parecía no molestarle en lo más mínimo que sus teorías astronómicas fueran parte de su creencia en la divinidad del sol. Las disciplinas, como hoy las conocemos, tienen una historia, un acta de naci- miento y, casi siempre, un padre o una madre. Uno puede hacer la historia del surgi- miento de la Sociología, de la Psicología, de la Medicina, de los Estudios Literarios, etc. Lo interesante del argumento genealógico, al modo como lo usa Nietzsche, es que permite tomar conciencia de que aquello que tendemos a asumir muchas veces como “lo real”, como “necesario”, como “universalmente válido”, no es más que una creación que ha sido naturalizada y que, a menudo, dicho proceso de instalación obedece a intereses claramente hegemónicos. Las disciplinas como hoy las conoce- mos, y en las que nos movemos, son estructuras creadas, son inventos, no son la reali- dad. Son el modo en que han sido organizadas y estructuradas por nosotros mismos. Aprendemos a creer que, efectivamente, existe algo así como la Filosofía, que es di- ferente de lo que llamamos Literatura o Historia o Sociología y, sin embargo, como creo ha mostrado muy claramente Foucault en su momento, no hay deferencia de fondo entre ellas: solo discursos, modos de producción de discursos. Como sea, en la práctica, a nivel institucional, las diferentes disciplinas efectiva- mente dividen, separan el saber en diferentes “saberes” o “ámbitos de conocimiento”. Esta estructura permitió en su momento y, como decíamos al comenzar, permite aún hoy una organización ordenada, nítida y, por lo tanto, eficiente para el avance del conocimiento. Visto de este modo, el surgimiento de la interdisciplina y la exi- gencia cada vez mayor y más perentoria de un trabajo “entre” saberes es, claramente, un remezón. Es como una especie de terremoto que irrumpe sin que nada esté pre- visto ni preparado. La interdisciplina viene a sembrar el caos en un ambiente que está del todo controlado y organizado. Un mundo ordenado por disciplinas, en el que cada una de ellas ha ido desarrollando estructuras de trabajo como institucio- nales particulares, metodologías especiales, criterios propios, etc. Cada una de ellas ha formado a su gente de acuerdo con sus parámetros de formación y evaluación, ha desarrollado sus criterios de validación y ha ido cerrando sus muros hacia el exterior. De un tiempo a esta parte, sin embargo, los muros de contención comienzan a res- quebrajarse y la inseguridad, la desesperación y el miedo cunden en los pasillos y la aulas: La interdisciplina irrumpe con su poder caotizante. Los problemas prácticos que genera la interdisciplina están a la orden del día: ¿Dónde situamos a un académico que trabaja entre saberes?, ¿a qué facultad o depar- tamento lo adscribimos?, ¿quién financia una investigación interdisciplinar?, ¿cómo se la evalúa?, ¿quién está en condiciones de hacerlo?, ¿en dónde publica los resulta- dos de su trabajo?, ¿qué revista estaría en condiciones de aceptar sus escritos?, ¿quién
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