Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento
102 – Producción interdisciplinaria obsesivas de relación con el conocimiento que se cultivaban en las disciplinas más tradicionales lo que nos permitió hacer una experiencia muy curiosa, que se empal- ma con la pregunta que planteaba Esteban, porque nuestra experiencia en el docto- rado fue exactamente esa, nosotros empezamos también a transformarnos a partir de la heterogeneidad de los proyectos que iban ingresando. Todo curiosamente con una experiencia parecida a la de sociales, porque nosotros tenemos un noventa por ciento de estudiantes becados. Casi la totalidad de los estudiantes del doctorado tienen beca Conicyt y últimamente, creo que en los últimos cuatro o cinco años creo que no entra nadie sin beca y cuando eso sucede, adoptan una beca de la universidad. Entonces, no hemos tenido que pagar consecuencias por esa experiencia, pero hemos hecho una práctica muy interesante para nosotros, hemos aprendido muchí- simo. Yo empecé a profundizar en cine documental, en problemas de los estudios escénicos, con problemas de las artes dramáticas, con problemas de la performance, que no hubiera imaginado antes y ha sido una muy buena experiencia. Yo creo que para un lado y para otro. Además tenemos una instancia, porque no es un doctora- do grande, entonces nosotros tenemos los famosos coloquios que se llevan a cabo todos los años y donde discutimos todos los proyectos de investigación. Tenemos el seminario de investigación que dirigimos con Pablo y Rodrigo en el primer año, donde todos los proyectos de investigación también tienen una instancia de discu- sión. Es decir, hemos logrado ir reduciendo los cursos monográficos, hemos logrado despaternalizar, por decirlo así, el doctorado, porque el proyecto que nos imponía la Chile era demasiado paternalista. Porque no, que el apoyo metodológico, no, que el apoyo expositivo, el apoyo a la formulación de investigación, ¡¿pero cómo?! Si es gente grande que viene a hacer un doctorado, nosotros no tenemos porque estar en- señándole, se supone, a un estudiante que entra a doctorado cómo se hace una tesis, si no lo sabe, tendrá que averiguarlo. La idea nuestra era despaternalizar y el modo de hacerlo fue justamente desarmar esos cursos de carácter más instructivo, o de carácter más ilustrados, y darle lugar a cursos de carácter más dialogados y más con- versacional. No solo por una generosidad nuestra, sino porque los que formábamos parte de ese doctorado estábamos muy contentos de tener una experiencia donde pudiéramos hacer también aprendizaje de problemas que le venían muy bien a un estado un poco agotado de la filosofía en relación a su objeto y que por lo demás está muy planteado hoy. O sea, pensemos que si la década del noventa fueron los años de la filosofía política, los años de Castoriadis, de Arendt, de Agamben, etc., en la última década, hay una gran cantidad de filósofos dedicados a reflexionar sobre pro- blemas estéticos que tienen consecuencias políticas, o sea reflexiones sobre el cine, sobre las artes visuales, sobre el teatro, que están rastreando problemas de la vida en común. La estética se ha convertido hoy en un lugar privilegiado para rastrear los modos del estar juntos y esos modos siempre tienen que ver con la política, porque
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