Producción interdisciplinaria: respuestas institucionales a la transversalidad del conocimiento

Presentación - 11 como sujetos, como sociedades, como culturas —piénsense en Freud, en Marx, en Levi-Strauss, en la Escuela de Frankfurt, en Bourdieu, en Foucault, en Weber, en Durkheim, en Mauss, en Piaget, en fin, para ir más lejos, en la música contemporá- nea, por ejemplo— proviene de lo diverso. Es más, no sería siquiera imaginable un concepto práctico de lo que es ciencia o producción cultural que no requiriera de comunidades diversas, complejas, donde un espacio de interlocución y de interdis- ciplinariedad produzca estos nuevos aportes. Sin ir más lejos, no debemos desco- nocer el origen de aquello que entendemos como disciplinas en algo más informe y sin límites precisos, que nació a través de acuerdos surgidos en las comunidades de científicos, buscando ordenar y organizar sus prácticas, y no surgió exclusivamente como necesidad del conocimiento o de los problemas de investigación en sí mismos. Finalmente, se trata también de una necesidad cultural, teniendo en cuenta que la promoción y el desarrollo del trabajo interdisciplinario descansan no solamente en la gestión institucional o en las prácticas científicas específicas, sino que además en un horizonte cultural donde la pregunta por la verdad —que es la pregunta del conocimiento o de la ciencia— se declina de manera plural. La cultura en plural , por usar una expresión de un gran investigador, justamente interdisciplinario, que fue a la vez historiador, sociólogo, antropólogo, psicoanalista, estudioso de la mística, de las artes culinarias, de las religiones, de la filosofía crítica, como fue el caso de Michel de Certeau. Nuestra época pareciera exigirnos cada vez más para volvernos eficaces competidores por recursos, por ser publicados en revistas cuya difusión, aunque ne- cesaria, es limitada, nos exige cada vez más aislarnos, catalogarnos y definirnos, obli- gándonos a desconocer que la vocación científica de la Universidad no apunta a lo único, sino a lo múltiple. El desafío entonces será, por una parte, poner en diálogo la universalidad de nuestro horizonte de conocimiento con la singularidad irreducti- ble de nuestras prácticas cotidianas y, por otra, no desprendernos de las necesidades de nuestros pueblos, de nuestras comunidades, de nuestra cultura. El trabajo interdisciplinar no puede reducirse a una declaración de principios o una retórica de lo políticamente correcto. Es una exigencia que se encuentra a la base de toda producción de conocimiento, aún cuando ésta se sitúe al interior de disci- plinas o equipos específicos. El desafío es traducir esa constatación histórica —toda producción disciplinaria es interdisciplinaria en sus efectos y sus condiciones— a la luz de nuestras exigencias contemporáneas. Estas exigencias, en lo más inmediato, conciernen a superar la ilusión que toda ciencia o toda disciplina se define por las fronteras que establecen sus objetos, sus métodos, sus problemas o sus teorías que, por cierto, son las fronteras impuestas por algunos de los sujetos que trabajan en ciencias y pueden ser revisadas cada vez que surja la necesidad de hacerlo. Asimismo, son exigencias que implican una transformación cultural: reconocer que la ciencia podría no ser una institución cerrada en sí misma, satisfecha de su clausura muchas

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=