Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1
¿Malestar de qué?/ Macarena Orchard — Álvaro Jiménez – 91 reflejan los efectos de la desigualdad incluso más allá de los niveles de ingreso. En relación al Modelo ii referido al malestar social, es posible observar que, tal como lo mostró el estudio del pnud, las dos variables con mayor potencia explica- tiva para el malestar con la sociedad son, por un lado, sentirse inseguro en términos subjetivos y, por el otro, sentirse poco respetado en dignidad y derechos. A ello tam- bién se pueden agregar el hecho de sentirse solo y el haber vivido experiencias de maltrato. Asimismo, en términos de variables sociodemográficas, se observa además que el género y la ocupación no presentan un efecto significativo sobre el males- tar social, mientras que sí lo hacen el ingreso, la edad (ser joven) y el estado civil (particularmente, estar separado o ser viudo). De hecho, el ingreso aparece como la variable sociodemográfica con efecto sobre el malestar social, aunque éste tiene, paradógicamente, un carácter directo, es decir, que a mayor ingreso mayor malestar. Este último resultado debe ser, ciertamente, interpretado con precaución, pues en principio difiere de aquel encontrado por el estudio del pnud y, creemos, podría eventualmente explicarse por nuestra incorporación de variables subjetivas al mo- delo. En efecto, al analizar la correlación simple entre malestar social e ingresos, la relación entre ambas variables es indirecta, es decir, que a mayores ingresos menor malestar. Como se puede desprender de la comparación de ambos modelos, hay variables que se asocian a un fenómeno y no al otro, lo cual resulta por entero consistente con la débil correlación observada entre malestar social y sufrimiento psíquico. Dicho de otro modo, ciertas variables aparecen asociadas a sintomatología depresiva pero no a malestar social, mientras que otras variables se vinculan a malestar social pero no a sintomatología depresiva. Sin embargo, lo anterior en modo alguno justificaría soste- ner una total desvinculación entre ambos fenómenos, pues al mismo tiempo es posi- ble observar que también hay algunas variables transversales que están asociadas tanto al sufrimiento psíquico como al malestar social . Destacamos principalmente tres: la inseguridad humana subjetiva, la experiencia de maltrato y la percepción de soledad. En consecuencia, aun cuando ambos fenómenos parecen diversos, ello no les impide compartir sustratos comunes. De hecho, si analizamos con detención, la variable compartida que con mayor fuerza aparece es la inseguridad humana sub- jetiva, es decir, el temor a no poder enfrentar situaciones asociadas al desempleo, la vejez, la delincuencia y la enfermedad. Esto podría eventualmente dar cuenta de las razones por las cuales, en el actual discurso sobre el malestar en Chile, malestar social y sufrimiento psíquico tienden a traslaparse: existen dimensiones, tales como la experiencia de inseguridad, que son comunes a ambos fenómenos. Pero, ¿porqué habrían personas procesarían esta inseguridad en términos de sintomatología de- presiva, mientras que otras lo harían en términos de descontento con la sociedad?
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